Mientras en Milán (Italia) eran las 02h30 del 25 de diciembre, en el locutorio New Phone, en el sur de Guayaquil, el reloj marcaba las 19h30 del 24. En el interior del local, una emotiva reunión familiar entre los hermanos Flores ocurría frente a uno de los 40 computadores que ofrecen el servicio de videoconferencia.

En el pequeño cubículo estaban tres hermanos, uno de ellos con su esposa e hija. Sus semblantes lucían emocionados, felices y no dejaban de sonreír ante una cámara de video sobre el monitor.

La pantalla permitía ver a Antonio Flores, con su esposa Marlene Villao y a sus tres hijos que festejaban la Nochebuena en el país europeo.

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“Para ellos es muy triste esta fecha, se encierran en sus cuartos y no pueden celebrar como nosotros”, dice Luis, hermano de Antonio, sin quitar la mirada del ordenador, en donde también su hermano no dejaba de expresar su alegría.

“Está más gordo y la mujer se ha hecho rubia”, comentaba el otro hermano, Pablo.

Antonio es el último de ocho hermanos y el único que ha emigrado. Su esposa fue la primera en partir a Italia hace cinco años. Ella les dijo que en esta Navidad no comieron pavo y que prefirieron los  camarones y otros mariscos.

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Entre risas, recuerdos y sentimientos de nostalgia transcurrió una hora y treinta minutos. “¡Feliz Navidad y nos vemos en la próxima!”, repitieron en coro al despedirse.

Desde Milán, Antonio -con una amplia sonrisa- se despedía de sus hermanos para continuar la celebración con su esposa y sus hijos. Mientras los tres parientes, tras pagar tres dólares por el servicio, se alejaron del local en medio del bullicio de la música que animaba las fiestas navideñas y el olor de chuzos y choclos que se vendían en puestos apostados en las calles 29 y García Goyena.

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Historias similares se repitieron en numerosas familias que acudieron la noche del 24 de diciembre para comunicarse con sus allegados en el exterior. España, Italia y EE.UU. fueron los destinos más solicitados, dijo Marcos Baño empleado del local New Phone.

En otro locutorio del mismo sector, Dalma Carvajal Ortiz (de seis años)  conversaba animadamente a través del teléfono. Ella hablaba con su madre Lourdes Ortiz, quien vive en la Florida, EE.UU., desde hace cuatro años.

Dalma estaba acompañada de su papá, Washington Carvajal, y juntos conversaron durante largo tiempo con su ser querido. “Te quiero mucho mamá y a mi ñañito que está en la barriga, ¡feliz Navidad!”, decía la niña. “Por acá gracias a Dios todo está bien”, añadió Washington.

Cerca de ellos, también Xavier Mosques hablaba con su hijo Steeven Mosques Sarmiento, en Estados Unidos.

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Tras despedirse, el un  padre tomado de la mano de su hija y el otro solitario se marcharon melancólicos, pero con la esperanza de tener una próxima Navidad con toda la familia y de sentir el calor de un abrazo que ni la videoconferencia, ni las llamadas pueden suplir.