La procesión al Divino Niño, que congregó ayer cerca de veinte mil personas en las calles del cantón Durán, partió a las 14h10 desde  la Av. Humberto Ayala.

Emotivos momentos se vivieron en el interior de los locutorios la tarde y noche del pasado 24 de diciembre entre familiares que se enlazaban con sus parientes en el exterior para expresar saludos y felicitaciones por Navidad.

El servicio de videoconferencias fue uno de los más solicitados. Grupos familiares y de amigos evocaron momentos de felicidad y nostalgia, mientras contemplaban a sus seres queridos en las pantallas de los computadores.

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El local New Phone, ubicado en el sur de la ciudad, fue uno de los más concurridos.

En nuestro país, la fiesta religiosa tuvo su mayor manifestación en las calles de Durán, por las que más de veinte mil personas caminaron junto a la imagen del Divino Niño, procesión que se desarrolla desde hace nueve años.

Creyentes que vinieron desde distintas ciudades del país participaron de esta celebración, que tuvo como acto central una misa que se desarrolló en el santuario de este cantón. Algunos de los asistentes dijeron que su devoción se origina por milagros concedidos.

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Por un acto de penitencia, un pedido especial o simplemente la retribución a un favor concedido, miles de personas se vieron motivadas a seguir durante casi cuatro horas la imagen del Divino Niño en la procesión anual, que por el 25 de diciembre, los devotos realizan en las calles del cantón Durán.

En cada paso de esta larga caminata, los asistentes confirmaron su fe y su esperanza en el milagro; para ello se olvidaron por unos instantes del intenso calor y el sol de la tarde.

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Desde tempranas horas, los devotos empezaron a llegar al santuario, algunos para dejar flores en el altar; otros, para encomendar a Jesús lo más preciado en sus vidas, sus hijos.

Así lo hizo Mery Claudete, quien ingresó de rodillas al templo.

Junto a ella lo hicieron su esposo y su pequeño hijo Darwin, un niño de 2 años con síndrome de Down, vestido con un traje similar al del Divino Niño.

Mientras se acercaban al altar, Darwin, quien caminaba con la ayuda de su madre, pudo mantenerse en pie solo por unos momentos, hecho que ocasionó gran emotividad y algunas lágrimas de sus padres, ya que Darwin aún no puede caminar.

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Darwin Rivera, padre del menor, expresó que su principal ruego es que su hijo pueda dar sus primeros pasos lo más pronto posible. “Tenemos mucha fe y creemos en la sanación divina”.

Como ellos, muchas otras familias aprovecharon para acercarse a la imagen a orar entre llantos y sollozos.

Flora Gómez visitó por segunda vez el lugar, la primera -hace un año- la hizo cuando su hijo menor estaba pasando por una fuerte enfermedad intestinal. “Vinimos con mi esposo a pedir por la salud de nuestro hijo de un año. Desde ahí prometimos venir todos los meses al santuario”.

Gómez asegura que hoy su hijo goza de una buena salud y esto lo atribuye a la ayuda divina.

La historia de la procesión del Divino Niño comienza en 1997, con la comerciante de la Bahía, María Román. Ella decidió trasladar la imagen desde Guayaquil hacia Durán y entronizarla en uno de los altares de la capilla. Así que reunió a un grupo de 40 personas, entre amigos y devotos, y con la figura atravesó el puente Rafael Mendoza Avilés en Durán.

“Esa fue la primera caminata, cuando trajeron al chinito”, dice una devota al referirse a la imagen que se exhibe en el oratorio de la iglesia.

Esta imagen permaneció en la capilla hasta que se organizó un comité que se encargó de la construcción del santuario. El Municipio de Durán, mediante una ordenanza, adjudicó un área de 14.612 m² en favor de la Arquidiócesis de Guayaquil.

El 26 de mayo de 1996 se colocó la primera piedra y el 17 de agosto del mismo año se inició la construcción. El 26 de julio de 1998, monseñor Juan Larrea Holguín como arzobispo de Guayaquil consagró el santuario y dedicó su culto al Divino Niño Jesús. Desde  entonces, las procesiones tienen cada vez más asistentes.

Previos de la caminata

Peticiones y agradecimientos
Algunas personas llegaron horas antes de la procesión con el fin de depositar en el altar del Divino Niño sus ofrendas florales y pedir  por sus seres queridos. Mery Claudete ingresó de rodillas junto a su esposo y su hijo Darwin, un niño de dos años con síndrome de Down. Uno de sus principales pedidos  fue que  su hijo camine lo antes posible, ya que va a cumplir los tres años y aún no ha podido dar sus primeros pasos. Otras personas se acercaron con sus imágenes del Divino Niño a orar.

Creencias marcaron el recorrido
En los exteriores del Santuario del Divino Niño se ofrecieron inciensos, estampas y las tradicionales velas de nueve colores.

Según Mariuxi Lainez, una de las  vendedoras, cada color tiene  un significado especial. El rosado simboliza al Divino Niño; el azul, la salud; el amarillo, el trabajo; el rojo, el amor; el verde, la esperanza; el celeste, la suerte del viajero; el morado, la limpieza del hogar y del cuerpo contra la envidia; el naranja, la prosperidad; y el blanco, la paz y la felicidad.

Entrega de pan y bebidas
Óscar Intriago, devoto del Divino Niño, entregó ayer decenas de panes y vasos con gaseosas y agua a los participantes de la procesión realizada en Durán.

Intriago no cobró por los productos pues aseguró que se trataba de una obra especial en agradecimiento a la imagen que venera.

El intenso sol registrado la tarde de ayer provocó  que  los católicos buscaran diversas formas de hidratarse. Llevaron botellas de agua y jugos. Además utilizaron paraguas para evitar el sol.