Desde enero del 2003, la inestabilidad de las autoridades petroleras marcó el ritmo del sector. Cinco ministros de Energía en un año y ocho presidentes ejecutivos de Petroecuador en dos años no han logrado enrumbar una política eficiente.

En la administración de Eduardo López se intentó iniciar la reactivación del ramo, diseñando básicamente  la transformación y el fortalecimiento de Petroecuador y de la Dirección Nacional de Hidrocarburos.

Cuatro ejes se pusieron como política básica: mantener la relación reservas petroleras versus producción, en los próximos 25 años; pasar de productor de crudo a exportador de derivados, fortalecer la industria nacional y tener un desarrollo sustentable del ambiente.

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Hasta el momento, aún analizan cómo mejorar las refinerías. La intención es construir una para procesar crudo pesado y mejorar la de Esmeraldas para el crudo liviano.

Pero hasta el momento, solo ha habido ligeros acercamientos.

Luis Román, presidente de Petroecuador, incluso habló con ejecutivos de la petrolera venezolana, para ver la posibilidad de que esa compañía  entregue crudo liviano con el fin de procesarlo en la refinería de Esmeraldas, y con eso aumentar la producción de derivados.

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Las compañías extranjeras solicitan que el Estado convoque a una licitación petrolera para acceder a nuevos campos. Están en lista de espera los del suroriente, marginales y el Isphingo-Tambococha-Tiputini (ITT), el más grande del país.