Si alguna característica hubiese que subrayar en la literatura infantil nacional  es el manejo de la anécdota cotidiana.

“Comencé a escribir cuando descubrí que era fea”, confiesa María Fernanda Heredia, la autora de libros infantiles con más éxito en el Ecuador.

Una frase que fue un chubasco refrescante en el último encuentro de escritores de Cuenca y que habla del intento literario de Heredia por construir una obra que, desde los miedos y los sueños cotidianos, desate la imaginación y el espíritu crítico en los niños; por ejemplo, aquel pequeño relato en el que los chicos de la escuela derrotan al silencio, personaje extraño y de enorme mal genio convocado a la clase por una profesora de lentes gruesos y enormes.

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En la misma línea está la obra de otra destacada escritora, Leonor Bravo, que reivindica los monstruos porque, a diferencia de lo que les ocurre a los niños sujetos a la disciplina de los mayores, ellos no tienen que soportar el baño de agua las mañanas o limpiarse las orejas y en la escuela pueden aprender a gritar muy fuerte.

Bravo se ha tomado con tanto cariño su labor de escritora para niños, que es posible encontrarla sentada en las gradas de Mr. Books leyendo cuentos y comentándolos, en medio de una ronda de pequeños. El sello Alfaguara publicó en el 2005 cinco títulos infantiles: Mitee y el cantar de las ballenas y Lágrimas de ángeles,  de una de las fundadoras del género en el Ecuador y creadora del suplemento La Cometa, del diario Hoy, Edna Iturralde; La abuela pajarita y otros cuentos, de Mercedes Falcón; ¿Te gustan los monstruos?, de Bravo y ¿Quieres saber la verdad?, de Heredia, que circulará en estos días.

Alfaguara ha publicado otros autores especializados en el género como Catalina Sojos, Édgar Allan García y el fundador del género en 1960 con cuentos como Caperucita azul, Hernán Rodríguez Castello. Y en la tentación han caído también escritores como Alfonso Barrera, Eliécer Cárdenas o Alicia Yánez.

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Cupido es un murciélago, de María Fernanda Heredia, llega a su cuarta edición en lo que va del año. Y en las librerías es posible encontrar otros títulos de la misma autora, que escribió su primera y pequeña historia personal gracias a una larga convalecencia en cama, cuando todavía era una adolescente; por ejemplo, Por si no te lo he dicho, Se busca papá Noel y se busca príncipe azul, El regalo de cumpleaños y otros cuentos. La producción de libros infantiles en el país se ha convertido en un espacio editorial de importancia.

La editorial Alfaguara mantiene una línea de producciones y Libresa ha creado la colección Garabato, en la que difunde cuadernillos en inglés de autores nacionales como Francisco Delgado –uno de los viejos animadores de la literatura infantil en el país– o María Fernanda Heredia.

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De Leonor Bravo es posible encontrar, además de ¿Te gustan los monstruos?, su Cuentos de medianoche. La literatura infantil tiene sus propios canales de distribución y venta. Si bien las librerías cuentan con salas especializadas, el comercio mayor se da en las escuelas y los colegios. Allá acuden vendedores especiales para ofrecer novedades; las escritoras y escritores del género asisten a dialogar con los niños, diálogos que bien podrían repetir los huraños escritores mayores para establecer otra relación con sus lectores; o se acuerda con los profesores  incluir títulos en los planes de estudio.

 Si alguna característica hubiese que subrayar en esta producción nacional, particularmente en autores como María Fernanda Heredia y Leonor Bravo, es el manejo de la anécdota cotidiana para poner de cabeza al mundo y sus normas, crear en los niños, desde muy pequeños, una mirada crítica sobre el mundo en el que crecen, no siempre comprendidos y aceptados.