Este año la soprano Viviana Rodríguez y el tenor  Jorge Cassis debutaron en las óperas presentadas por el Teatro Sucre de Quito.

EL 2005 LES DIO  la oportunidad de debutar, sobre un escenario teatral,  como cantantes  de ópera. Viviana Marcela Rodríguez López, soprano coloratura (el adorno virtuosista de una melodía) de 22 años, protagonizó la ópera   La Serva Padrona. Y Jorge Raúl Cassis Zambrano, tenor de 27 años, participó  en  Il Campanello.  

Ambas obras las puso en escena el Teatro Sucre de Quito y después se presentaron en  el Teatro Centro de Arte de Guayaquil. Viviana y Jorge son estudiantes de la cátedra  de canto, del maestro armenio Konstantín Simonián,  en el conservatorio Rimsky Kórsakov de Guayaquil, que dirige el concertista Reinaldo Cañizares. Y forman    junto con Álex Mauricio  Rodríguez López, barítono de 25 años, las nuevas voces líricas de Guayaquil. 

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Álex y Viviana son hermanos y cuentan que fue su madre, Rossy López,  quien les inculcó la vocación por el canto. Jorge tuvo que convencer a su familia de que lo suyo era el canto. Pero ahora lo apoya totalmente. 

Entusiasmo y la voluntad  de abrirse campo en la actividad artística es lo que se evidencia  en estos jóvenes,  cuya mayor aspiración es  pertenecer a una compañía  de ópera, porque es lo que les gusta y para lo que se preparan desde hace años, los cuatro últimos bajo la dirección de  Simonián.

“El maestro nos hizo entender que el canto  no es tanto tener una gran voz, sino tener capacidad intelectual. Buena respiración, buena emisión. Él nos dejó bien fundamentadas las bases técnicas”, manifiesta Álex, quien además de cantante es violinista de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil. 

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Aunque las dos óperas montadas por el Teatro Sucre fueron el debut profesional de Viviana y Jorge, ellos junto con Álex han realizado, en la cátedra de canto,  óperas acompañadas al piano, que han difundido en  auditorios de la ciudad. Entre ellas   están La Traviata, de Verdi; Luccia de Lammermoor, de Donizetti;   El elixir del amor,   también de Donizetti, entre otras.  

Reinaldo Cañizares, director del   Rimsky Kórsakov, dice que uno de los objetivos es formar la  compañía de ópera de la ciudad, porque -afirma- “el estudiante crece en el aula, pero el artista necesita la escena”.

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Álex refiere que Guayaquil ha crecido y se están haciendo  grandes  construcciones, pero   falta un espacio adecuado para ópera. “Hay teatros, sin embargo  no tienen las condiciones acústicas ni para el canto, ni para la presentación de instrumentistas. Sería bueno que se construyera un teatro con las condiciones  necesarias o se corrigiera  el error en los ya existentes”, comenta. Cassis indica que al canto lírico le hace falta el apoyo de la juventud. “Uno ve en los conciertos a personas mayores y eso está bien, pero creo que la gente joven debería acercarse también a esta música”, dice. ¿Y qué hacer para atraer a la gente joven hacia  este género? “Por medio de los medios”, comentan  casi a trío Viviana, Jorge y Álex.

Estudia canto desde los 16 años

Viviana  Rodríguez López   es bachiller técnica en las especializaciones de guitarra y canto.  Este año obtuvo  el primer lugar   del Concurso Nacional de Jóvenes Talentos que se realizó en Cuenca.

Comenzó a estudiar canto a los 16 años. Pero cantaba desde pequeña.
Dice que se decidió por el canto lírico  porque creció  en un ambiente musical clásico.  Su participación en la ópera La serva Padrona la considera una experiencia emocionante.

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Fueron los  directivos del Teatro Sucre los que se contactaron con ella para invitarla a ser parte de ese montaje.  “Una aprende bastante. Fue lindo que otras personas te llamen, que te empiecen a conocer y que sepan de tu  talento”, refiere.

Viviana ha hecho de la música  su única carrera. Ha decidido que el canto será su profesión. “Aquí hay la mentalidad de que hay que tener aparte otra carrera y hasta cierto punto es comprensible ese pensamiento”, dice.

Violinista, cantante y profesor

Álex Rodríguez López empezó a estudiar violín a los 9 años en el conservatorio nacional Antonio Neumane y fue parte del coro de niños de la institución, que dirigía Cecilia Saltos. A los 18 empezó con sus estudios de canto.  Tiene el título de bachiller técnico musical en las especializaciones de violín y canto.

Es violinista de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, que dirige Davit Harutyunyan,  y profesor titular de violín del conservatorio Rimsky Kórsakov, actividades que comparte con el canto, aunque está consciente de que llegará el momento en que tendrá que optar por una sola.

Dice que cantar es más difícil que tocar un instrumento, porque los instrumentos están fuera y uno los conoce, pero la voz está dentro de uno. Refiere que en este medio sustentarse con el canto es difícil y que ser violinista le da la oportunidad de tener tranquilidad económica para dedicarse al canto.

A Guayaquil para seguir su vocación

Jorge Raúl Cassis Zambrano comenzó a estudiar canto a los 20 años, luego de hacer una audición con la soprano Beatriz Parra. Califica al canto como una vocación que va creciendo poco a poco y que para él significa todo.

Realizó estudios de administración de empresas por dos años, pero los abandonó. Vivía en Bahía de Caráquez, de donde es su familia, y para seguir sus estudios de canto se trasladó a Guayaquil.

Es bachiller técnico musical en la especialización canto y obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Música convocado por el Centro Cultural Ecuatoriano-Alemán.

Dice que una de las incertidumbres que tiene y que  comparte con Álex y Viviana, es que están llegando a los últimos años de estudios y en la ciudad hay poca apertura para el canto lírico. Hasta ahora los tres estudiantes son como una minicompañía. Cantan juntos, pero dice que les preocupa el futuro.