Este año la poesía en Ecuador ha tenido un gran número de volúmenes publicados, pese a que hay pocos lectores de este género literario.

Aún no se apagaban los ecos de dos libros publicados a fines del 2004 por la Corporación Orogenia: una versión de poemas de Alfredo Gangotena que sus traductoras, Cristina Burneo y Verónica Mosquera, titularon Crueldades y un ensayo extenso de Virginia Pérez sobre el mismo poeta, cuando llegó el último poemario de Iván Carvajal editado en España, La casa del furor.

Dos antologías destacadas circularon en estos meses: de Antonio Preciado, De boca en boca y la de María Fernanda Espinosa. Mario Campaña trajo de Barcelona sus poemas de Aires de Ellicot City y Alexis Naranjo presentó una de sus mejores producciones, Sacra.
Mascando el frío se titula el poemario premiado de Edwin Madrid, editado en España por la colección Visor.

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La Casa de la Cultura continuó con dos colecciones de lírica: Memoria de vida, que recogió la obra de Miguel Ángel Zambrano, Francisco Tobar García y Hugo Mayo; y Poesía junta, con la obra de Francisco Granizo y publicó a dos poetas de gran trayectoria: Fernando Cazón Vera y Jacinto Cordero Espinosa.

Dos libros de ensayos sobre la lírica ecuatoriana completaron el panorama: La poesía del país secreto, cinco estudios hechos por escritores españoles, y el conjunto de ensayos de Iván Carvajal sobre un grupo de poetas ecuatorianos del siglo XX.