La cuestión no es firmar o no firmar el TLC, sino el de cómo firmar, lo que a su vez parte de la decisión sobre qué desarrollo tomar. No se trata de explotar o no explotar el petróleo, los bosques, el suelo y el mar, sino de cómo explotarlos. Se trata del cómo educar, atender la salud, construir la vivienda y organizar el transporte.

Aquí es donde chocan dos visiones, la obsoleta de la época de desarrollo no sostenible, con la avanzada de la época de desarrollo sostenible. También chocan las viejas aspiraciones de poder colonial con los nuevos preceptos de la mancomunidad de naciones. En este contexto debe verse la geopolítica de la globalización.

Para firmar el TLC con EE. UU., el Ecuador tiene que decidir primero si se debe entregar a las viejas aspiraciones de poder insostenible o a nuevos rumbos de sostenibilidad. En otras palabras, debemos decidir si queremos someternos como neocolonia de EE. UU. o si queremos mantener nuestra libertad para formar nuestro propio bloque latino.

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Si queremos el desarrollo como una nación libre basada en su cultura latina y andina, entonces debemos negociar las condiciones necesarias para no entorpecer nuestro propio camino de globalización en unión con los países latinos hermanos.

Quiero creer, que este es uno de los mensajes que nos deja en la columna de la edición del 8 de diciembre del 2005 de su diario el Dr. Manuel Chiriboga, jefe actual del equipo negociador del Ecuador para el TLC con EE.UU., cuya calidad personal e intelectual dista abismalmente con el entreguismo vergonzoso de los cachorros del gobierno de Gutiérrez, quienes nos dejaban con un futuro sin sostenibilidad.

Federico P. Koelle Dahle
Guayaquil