Los químicos forenses Grey Ramírez y Gonzalo Almeida realizan las pruebas de identificación de las drogas y el informe lo envían a los tribunales de lo Penal.

En el 2005 la Unidad Antinarcóticos de la Policía Nacional asestó fuertes golpes al narcotráfico. Entre estos las ocho toneladas de droga que capturó el operativo Neptuno (a 200 millas de Galápagos), las dos toneladas que incautó la operación Tommy (a 200 millas de Manta) y la operación Corcel, con más de una tonelada decomisada.

De todas estas operaciones la química forense Grey Ramírez Aspiazu realizó los análisis que confirmaron el tipo de droga: clorhidrato de cocaína.

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Aunque  Ramírez asegura que ella analiza la droga de cada caso sin ver identidades ni personajes involucrados, destacó que uno de los de mayor trascendencia, por la odisea vivida, fue el operativo Tommy. Dice que le tocó viajar varios días por el mar y trabajar arduamente.

En un moderno laboratorio de Criminalística (de la Policía Judicial del Guayas) se verifica la calidad de la droga.

Luego del respectivo análisis y de las pruebas de reconocimiento, la bioquímica Ramírez o su compañero de investigaciones, Gonzalo Almeida Murillo, elaboran el informe pericial que es enviado al tribunal penal que conoce el caso, como prueba que servirá de soporte para la sentencia que dictan los jueces contra los acusados por la Fiscalía.

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El artículo 118 de la Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas refiere que “las sustancias aprehendidas se someterán al análisis químico, para cuyo efecto se tomarán muestras de ellas, que la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) entregará a los peritos designados por el Fiscal, quienes presentarán su informe en el término que este les concediere”.

La ley también señala que “el Fiscal designará peritos a los profesionales especializados que hayan sido acreditados como tales, previo proceso de calificación del Ministerio Público. Las pericias practicadas alcanzarán el valor de prueba una vez que sean presentadas y valoradas en la etapa del juicio”.

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En el laboratorio de Criminalística están las muestras, envueltas en plástico e identificadas, según el caso, fecha de aprehensión, autoridad que realizó el operativo, cantidad requisada y resultado del análisis químico.

Las muestras son guardadas en una caja fuerte (bodega). En ese almacén hay muestras que datan de 1996. Pertenecen a procesos penales ya terminados, pero constituyen testimonios de las operaciones.

Las muestras de casos recientes (en procesos penales vigentes) son llevadas a los tribunales como parte de la prueba que exige el Código de Procedimiento Penal.

Dentro de la etapa procesal penal, Ramírez y  Almeida ayudan a esclarecer los casos y a que los jueces administren justicia.

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Un polvo blanco puede ser cualquier sustancia: talco, harina, almidón o veneno. Para asegurarse que lo incautado es droga se utilizan reactivos especiales y técnicas homologadas (patrón establecido).

Esta técnica la utilizan en Argentina, Perú, Colombia, Chile, entre otras naciones. Son conocidas como las Pruebas de Identificación Preliminar Homologadas (PIPH).

Cromatografía
Para analizar e identificar el tipo de droga, los peritos de la Policía utilizan la cromatografía gaseosa.

Se trata de una tecnología que sirve para identificar las drogas. Con una jeringuilla se inyecta el alcaloide diluido y en la pantalla de un monitor sale un cromatograma que con la ayuda de picas se conoce el tipo de droga.

Ramírez Aspiazu hizo una prueba de campo. Tomó una pequeña porción de clorhidrato de cocaína (polvo blanco) y le echó dos reactivos; la cocaína tomó una coloración azul turquesa.

De igual forma lo hizo con heroína (polvo café), que se tornó color violeta.

La química explicó que esos reactivos solo funcionan para la cocaína y para la heroína, exclusivamente. Si se trata de utilizar en polvos simples (no drogas) el reactivo mantiene su coloración natural.

LABORATORIO

CROMATÓGRAFO
Para someter la droga a un proceso de reconocimiento e identificación previamente se la diluye. Luego con una jeringuilla se la inyecta en el cromatógrafo gaseoso. Es una mínima cantidad porque si hay exceso el aparato puede dañarse, dice la experta.

DROGAS CAMUFLADAS
Para el tráfico, con aparente ingenio los narcotraficantes ocultan las drogas en envases que muchas veces pasan inadvertidas. Como en frascos de champú, vinos, licores, en envases de café soluble, tubos de cortinas, bombones, productos naturales, artesanías y en ropa confeccionada. Los laboratoristas