Los militares reciben a Barcelona en la última fecha del hexagonal.

Terminó la espera. El Nacional tiene más cerca que nunca la posibilidad de protagonizar una vuelta olímpica que no da desde 1996, cuando consiguió su último campeonato.

El buen ambiente, el entusiasmo y la seguridad de jugadores, cuerpo técnico y directivos militares no se confunde con triunfalismo. Los integrantes del conjunto rojo indican que es confianza. Ese aspecto tratarán de plasmarlo hoy en el terreno de juego, cuando reciban en el estadio Olímpico Atahualpa al Barcelona, desde las 19h00.

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Los dirigidos por Éver Hugo Almeida, con su victoria del domingo pasado ante Aucas (1-4), se tornaron prácticamente inalcanzables para su más inmediato seguidor, el Deportivo Cuenca.

Los 22 puntos de los capitalinos (con 12 goles de diferencia a su favor) prácticamente les asegura una coronación que ha sido esquiva en las últimas nueva campañas.

Los morlacos acumulan 19 unidades (más 2 de gol diferencia). Solo una combinación de resultados casi imposible de producirse (que los militares caigan por más de cuatro tantos ante los toreros y que los azuayos derroten a Liga por más de seis anotaciones) privaría a El Nacional de su duodécima estrella.

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No creen en milagros
Pero los seguidores militares no creen en milagros. De lo único que están convencidos es que el festejo contenido del domingo anterior explotará hoy. Solo esperan la hora de la celebración, del estallido.

Más cautos, pero también incrédulos en cuanto a un milagro cuencano, El Nacional realizó ayer, en el complejo de Tumbaco, una práctica de distensión, por la mañana.

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En la tarde de ayer sí planificaron tácticamente el encuentro contra los canarios. El objetivo que confesó el técnico Almeida es el de ganar, sin importar el resultado u operaciones matemáticas.

Sin suspendidos ni lesionados, pero con la reincorporación del lateral Érick de Jesús, el equipo saltará al campo con la idea de entrar en la historia de los criollos.