“Los terroristas”, “el grupo terrorista”, “la política antiterrorista”… Pedro Jiménez y su versión de la memoria histórica. Justo a lo que apelaba Rosa Mireya Torres, la ex militante de “Alfaro Vive Carajo” entrevistada en ‘Contacto Directo’.

Pero la memoria suele ser traicionera, más aún si está cruzada por un estado de ánimo tan periodístico y televisivo. El estado de ánimo, por supuesto se llama “apropiarse íntimamente del discurso dominante”.

Desde que George W. Bush lanzó su lucha antiterrorista, cualquier grupo insurgente en cualquier parte del mundo puede ser considerado terrorista. Pero los militantes criollos y catódicos de la doctrina dan un paso más: el calificativo de terrorista se puede aplicar retroactivamente.

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Ecuavisa y su versión de la objetividad. En un minuto, una crónica donde apenas se contiene la excitación que produce en el cuerpo el posible juicio internacional por crímenes de lesa humanidad en contra del ex presidente socialcristiano. En el siguiente, la cronología de Jiménez hablando de “grupos terroristas” como si se hablara del mismísimo Bin Laden… Entre uno y otro los discursos dominantes. El de Bush, pero también el de las creencias de los consumidores del periodismo, claro. Una televidente llama al canal y compara a Alfaro Vive con Al Queda y a Febres-Cordero con Bush. Sin duda, hay miles que piensan así.

Si el periodismo informativo asoma hoy tan contradictorio y disperso es porque sigue las erráticas olas de las percepciones sociales, no la de los hechos. Si las audiencias lo desean, el estado de ánimo periodístico está listo para arremeter en contra de los políticos, los gobierno, las cortes y para hablar de corrupción generalizada… si los hechos existen o no, poco importa. Si está de moda hay que ser anticongreso, antisocialcristiano, antibush, aunque en el fondo del cerebro, la admiración reverencial al poder y el discurso antiterrorista hayan calado hondos, muy hondos.

En el juego, debe ser otra televidente la que se encarga de las precisiones: “en esa época Alfaro Vive Carajo era un grupo insurgente, no terrorista”. El mismo Febres-Cordero no llega tan lejos: “estas personas cometieron actos delictivos y asesinaron policías”, declaró después de ensayar su sermón a los medios: “estoy sorprendido de que varios medios de comunicación le hayan dado cobertura a estas informaciones, cuando la gran mayoría fue amenazada”.

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Terroristas, antiterroristas. ¿Tendríamos grupos terroristas como en Colombia y Perú? Y justo en la esquina de enfrente: “Represión”, “violaciones a los derechos humanos”, “excesos policiales”… Cuánta razón hay en esta afirmación de Alain Finkielkraut publicado en El País del domingo y que Arcadi Espada recoge en su blog: “… no existe libertad de opinión si no se sabe mantener la diferencia entre hechos y opiniones. La libertad de opinión son discursos distintos sobre un mismo relato, no una infinidad de relatos sobre un mismo hecho.”