Durante las   décadas iniciales del siglo XX se afianzaron estos servicios en  nuestra ciudad.

Cuando los automóviles Ford, Chevrolet, Dodge, Packard y de otras marcas le ganaron muchas de las calles de un Guayaquil en expansión, a los románticos tranvías eléctricos y carros urbanos, los empresarios y conductores de esos vehículos existentes aquí se organizaron para ofrecer un servicio de puerta a puerta, o desde el lugar de su habitual estacionamiento (control) hasta donde el interesado solicitaba que lo llevaran y retornasen a recogerlo.

El casco urbano guayaquileño antes de las décadas del treinta y cuarenta se mostraba reducido y no todas sus calles estaban pavimentadas o asfaltadas   y, por lo tanto, los carros (bautizados después taxis) ambulantes circulaban poco.

Los que deseaban trasladarse de un sitio a otro, por un negocio o compromiso social  y carecían de transporte propio, llamaban por teléfono al control de su preferencia pidiendo un automotor. A veces los interesados iban al sitio donde estos hacían estación, tales como   parques y plazas,  por eso el nombre de “carros de plaza”.

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Los controles daban atención especialmente durante el día y lo formaban varios vehículos con choferes conocidos por su corrección. Junto al poste o estante de la casa donde se parqueaban, había un teléfono para recibir las llamadas de sus usuarios, que solían contratar a uno o varios de ellos por "carrera" o por horas.

 De esta manera, los clientes iban seguros a un baile, partido de fútbol, sesiones de clubes, etcétera;  los familiares de difuntos, en cambio,  los requerían para llevar a sus acompañantes de sepelios y misas de réquiem hasta el cementerio o  iglesias. 

Algunos testimonios
En 1936 hubo lugares públicos de control  que se mantuvieron por algún tiempo: Bolívar, en la calle Chile del parque Seminario; Dos Mil, en Illingworth entre Malecón y Pichincha, y el popular Navarrete, en la Plaza Rocafuerte, cuyo teléfono era 1834.

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Igualmente se conocieron  Monteverde (teléfono 2001);  Córdova (Córdova y Nueve de Octubre) y Boyacá (Boyacá y Francisco de Paula Ycaza), etcétera.

Después estos negocios se multiplicaron y surgieron las cooperativas al pie  de hoteles, bancos, muelles del malecón Simón Bolívar, parques Chile, Centenario y otros sitios estratégicos.

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Fueron, pues, estos controles, algo así como los pioneros de los taxis actuales (de cooperativas, ambulantes, “amigos”), que ofrecen servicios de puerta a puerta, pero dotados de radio en comunicación  con una central, taxímetro, televisión, música, aire acondicionado, entre otras novedades.

Similar a lo que ocurrió con las estaciones de automóviles, los carros de plaza, al crecer la ciudad e  incrementarse los vehículos privados y públicos, tuvieron escasos  lugares de  parqueo en las calles del centro,  durante cualquier hora del día.

Así, aumentó el problema del  deterioro o robo por parte de   maleducados y ladrones. Pero,  la visionaria labor de V. M. Janer estableció los garajes España en Nueve de Octubre y Quito, para que los coches tengan un lugar seguro y sus propietarios la debida tranquilidad. Incluso había atención adicional de lavado y mantenimiento.

El ejemplo del empresario español lo siguieron   familias como Guzmán e hijos que abrieron los garajes Guayas en Panamá entre Imbabura y Orellana,  y en Santa Elena (Lorenzo de Garaycoa) entre Urdaneta y Padre Solano. La Sociedad Continental inauguró otro en Loja y Córdova; se abrieron otros en Colón y Boyacá, y en Luis Urdaneta entre Boyacá y Ximena. 

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Pasaron los años y ahora  existen parqueaderos  públicos y privados en distintos sectores de la ciudad que reciben automotores por hora,   día o mensualmente. Son “aéreos” en edificios de varios pisos,  en canchones al aire libre o  techados. 

Con esta nota volandera recordemos los controles y garajes pioneros que forman la memoria urbana. Los libros  Ecuador Profundo, de Rodolfo Pérez Pimentel; Del tiempo de la yapa, de Jenny Estrada Ruiz; y Diario de Guayaquil, de José Antonio Gómez Iturralde,    también nos embarcan en la sabrosa nostalgia de estos apuntes.