El colegio fiscal Camilo Destruge sigue soportando el azote de la delincuencia, ya que grupos de pandilleros concurren diariamente al plantel para amenazar de muerte, robar, tratar de conquistar por la fuerza a los alumnos para que integren a sus bandas y acosar sexualmente a las chicas.

La Policía nos dio protección durante unos días, después de conocer nuestra petición por escrito de proteger a los alumnos, profesores y padres de familia, pero todo ha vuelto al desamparo en que se encuentran los colegios fiscales de Guayaquil, porque la delincuencia nos ataca nuevamente y con más fuerza. Los profesores Jennifer Herrera Guevara, Silvia Chávez León, Héctor Zorrilla Toala, Dalila Castro Romero, Sonia Alarcón Tello han sido víctimas de la delincuencia.

Hacemos pública esta denuncia, con la finalidad de que el país conozca el peligro que corremos diariamente, pues, sin la ayuda de la Policía no podemos trabajar tranquilamente. Nosotros protegemos a nuestros alumnos y a otras personas dentro del colegio,; pero no podemos responsabilizarnos de acciones delictivas que están sucediendo y pueden ocurrir afuera del plantel.

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Lcdo. César Burgos Flor
Rector del colegio Camilo Destruge
Guayaquil

Nuestra niñez y juventud están expuestas a un vendaval de hechos delictivos pavorosos que espeluznan las fibras más fuertes y conmueven la sensibilidad humana.

Los medios periodísticos son testigos de los hechos que se suscitan cada día en distintos lugares del país. Gran parte de las víctimas son niños y jóvenes, así como también, lamentablemente, un considerable número de agresiones es cometido por adolescentes.

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Los ataques no solamente los motivan al robo de bicicletas, celulares, zapatos deportivos o el transitar por un sector marcado como territorio de algún grupo, sino que se dan casos en que desalmados con mentes distorsionadas (sin distingo de sexo), inducen a niños y jóvenes a cometer actos inmorales de la más baja ralea, originando secuelas que marcan sus psiquis para toda la vida, tanto es así que en algunos casos pasan a ser elementos sociales de potencial peligro, con patologías psicológicas que los convierten en agentes contaminantes de fácil propagación dentro de una sociedad económicamente inestable, insegura y carente de justicia social.

Un poco de dedicación conjunta evitaría que nuestra juventud se siga perdiendo:

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La comunicación en los hogares con niños y adolescentes debe ser permanente e ineludible, prestar atención y dar importancia a los comentarios que ellos hagan de cada tema tratado, controlar la hora de salida y retorno a casa, y conocer sus amistades.

Deben implementarse en los centros de educación primaria y secundaria, charlas y talleres que encaucen  temas de mayor impacto social, que conlleven a una orientación de ética, principios morales y respeto a la familia, conducidos por profesionales especializados para tratar con este segmento humano.

Que la seguridad pública patrulle los centros educativos en horas de entrada y salida a los planteles escolares para garantizar la integridad física del estudiantado.

Arq. Juan Morán Bohórquez
Guayaquil

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