El concepto es tan sencillo como la ecuación inicial, pero su comprensión y consecuencias no siempre son bien percibidas. Más aún, inicialmente, genera  temor y rechazo porque se cree es sinónimo de desempleo y empobrecimiento, en particular por el cuco de “la tecnología que sustituye al hombre”.

Pero empecemos por lo primero: definición. La productividad es el buen uso de los recursos disponibles en cualquier organización. Uso de los hombres, pero también del tiempo, de la tierra, del agua, de la maquinaria. Es producir más con menos recursos (humanos u otros). Es producir más camisas con menos gente como lo permitió el telar automático, o más energía con menos gente (antes la energía eran hombres y animales) como lo hace la electricidad o el láser. Es tener mejores procesos que ahorran recursos.
La productividad es un concepto absoluto y claro, contrariamente a la competitividad que es relativo y esquivo. Más aún, la mejor definición de competitividad es: “todo el entorno que permite mejorar la productividad”. Volvemos, pues, a lo esencial.

Y claro ahí surge nuestro terror: entonces las máquinas reemplazan al hombre y no hay empleo. Así es, las máquinas lo desplazan, por hay más empleo. ¿Cómo lo sabemos? Primero por la simple observación. Los Estados Unidos y el Japón que son los países de más desarrollo intensivo de tecnología (máquinas y procesos)  son a la vez los más ricos y los que ofrecen más empleo a su gente, mientras los africanos que están en el otro extremo de la escala tecnológica son los más pobres y con menos empleo. ¿No es obvio? ¿Ha sabido usted de países africanos que absorban constantemente migrantes de otros países?, lo que sí sucede en los Estados Unidos (con todos los defectos que por otro lado pueda tener ese país).

El incremento de la productividad permite una de tres cosas (o una combinación): mejores salarios, precios más bajos y/o más utilidades. Cualquiera de las tres genera una espiral positiva en la economía. Probablemente hay menos empleo en el sector que ha ganado productividad, e incluso pueden bajar los salarios en ese sector si la disminución de precios es muy fuerte, pero se genera más producción en ese sector y en los demás, y los salarios reales en el conjunto de la economía aumentan. Y como la riqueza se mide por la cantidad de producción y la capacidad adquisitiva de la gente…

¿Hay manera que estos efectos positivos del aumento de productividad puedan no producirse? Sí la hay, si es que hay algún bloqueo (o alguna fuga) en la economía que impida que el círculo virtuoso se desarrolle plenamente. Por ejemplo, si las utilidades de los empresarios aumentan en el sector ganador pero esos fondos son colocados en el exterior porque no existe confianza, no hay un entorno dinámico que genere incentivos o la percepción de riesgos es elevada, el círculo se interrumpe y no hay el derrame positivo hacia otros sectores.

Así que siempre hágase esa sencilla pregunta: ¿estamos usando mejor nuestros recursos? La respuesta marca el futuro.