Nueva York vio la semana pasada cómo King Kong se subía de nuevo al Empire State en la segunda versión de la película que hace 72 años universalizó la primera escalada del gran mono a ese edificio, uno de los más emblemáticos de la ciudad.

Entre la original de 1933 y la última, que se estrena mañana en varias ciudades del mundo y el próximo viernes en Ecuador, existe otra versión protagonizada en 1976 por Jessica Lange, pero esa vez el simio gigantesco aficionado a las rubias y  rascacielos se encaramaba a las Torres Gemelas, desaparecidas por el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001.

La tercera adaptación de King Kong,  que en esencia es la historia de amor imposible entre la bella y la bestia, es una de las películas más esperadas del año.

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El original del filme, en 1933, estuvo dirigida por Merian C. Cooper, la bella fue Fay Wray y al simio gigante le dio vida Willis H. OBrien. Entonces, la producción se convirtió en un éxito de taquilla y pasó a formar parte de la historia como una de las películas más importantes del cine.

Han pasado 72 años para que el mito recupere toda su fuerza y esta vez con la actriz australiana Naomi Watts, la tercera bella que hace enloquecer a la bestia. “Tuve noticias seis meses antes del rodaje, cuando me llamaron por teléfono y me dijeron que Jackson preparaba un nuevo Kong y que pensaba en mí. Sonaba  excitante pero también pensé que habrían hecho la misma propuesta a otras doce chicas. No me lo empecé a creer hasta que me citaron para conocer personalmente a Jackson”, dijo Watts.

Un sueño de niño
El director de la última versión, el neozelandés Peter Jackson (realizador de la trilogía de El Señor de los Anillos) contó con un presupuesto de 207 millones de dólares, más de los previstos inicialmente, para tres horas de metraje en los que, con 46 años, ha convertido en realidad un “sueño de niño”.

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“Quería hacer una versión de Kong desde que tenía 12 años. Lo intenté entonces con una cámara familiar que pedí prestada a mis padres y con la que hice algunas tomas, pero no resultó. Por fin en el 2005 lo he conseguido”, ha dicho Jackson.

El tercer King Kong es fiel a sí mismo y refleja la obsesión de Jackson por el filme inaugural, que se halla en el imaginario universal y quizá sea la cinta más popular de la historia del cine.

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“Se supone que estamos en 1933 pero hubiera sido imposible reproducir la Nueva York de aquel año. Así que hemos recurrido a mucha tecnología informática y creo que resulta convincente”, apunta Jackson, quien añade que habrá quien piense que ha utilizado “una máquina del tiempo”.

Como en la  original, en la que se recurrió a los trucos técnicos de entonces para convertir en terrorífico un muñeco de 45 centímetros de altura, el nuevo King Kong incorpora los avances tecnológicos de la época para lograr el mismo efecto.

Signo de los tiempos, la gerencia del Empire State -que en 1933 era el edificio más alto del mundo y en la actualidad es el séptimo- ha cobrado en esta ocasión, sin embargo, una cantidad económica que no ha sido revelada por prestar la imagen del edificio, cuando hace 72 años lo hizo de forma gratuita.

Críticas favorables
Las críticas desde ya alaban la cinta. Los Ángeles Times cita que “el King Kong de Jackson es un homenaje no solo al original sino a la historia del cine”, mientras que la revista Entertainment Weekly lo define como “una obra maestra”.

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Además, el domingo pasado el Instituto Estadounidense de Filmes (AFI), la escogió como una de las mejores 10 películas del 2005.