El presidente estadounidense, George W. Bush, defendió este miércoles la guerra contra Iraq y dijo que atacaría  preventivamente a otros países si lo juzgaba necesario, en un discurso pronunciado la víspera de las históricas elecciones legislativas iraquíes.
  
En su alocución, Bush también asumió responsabilidad por haber confiado en  información de inteligencia "equivocada" sobre el supuesto programa de armas  del depuesto presidente Saddam Hussein, que lo condujo a invadir Iraq en marzo  de 2003.
  
"Gran parte de la información de inteligencia (sobre el arsenal nuclear) resultó equivocada", dijo Bush. Y "como presidente soy responsable de la decisión de ir a Iraq, y también de solucionar lo que salió mal reformando las capacidades de nuestra inteligencia", agregó el mandatario en su cuarto y último discurso de una serie de alocuciones destinadas a defender su estrategia en Iraq.
  
Bush también dejó entrever que, de ser necesario, recurriría de nuevo a la fuerza: "No podemos permitir que los hombres más peligrosos del mundo tengan las armas más peligrosas del mundo. En tiempos de terrorismo y de armas de  destrucción masiva, si esperamos que las amenazas se materialicen, habremos  esperado demasiado".
  
El presidente, que adoptó el concepto de guerra preventiva luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001, no mencionó ningún potencial nuevo objetivo, aunque dijo que las elecciones de Iraq elevarían la presión sobre los gobiernos de Irán y Siria.
  
"Vivimos un momento decisivo de la historia de la libertad", dijo Bush, al señalar que Iraq será "un modelo para Medio Oriente" y su libertad "inspirará a los reformadores de Damasco y Teherán".
  
Según el presidente, los árabes sunitas que encendieron la sangrienta insurgencia están cada vez más involucrados en el proceso político de su país, después de haber boicoteado las elecciones de enero.
  
Por otro lado, los extremistas fieles a Saddam que no son iraquíes, "carecen de apoyo popular, y con el paso del tiempo podrán ser marginados y derrotados por las fuerzas de seguridad de un Iraq libre", calculó Bush.
  
"Se puede esperar una mayor participación de los electores sunitas" en las  legislativas del jueves, pronosticó, a la vez que pidió "paciencia" a los  estadounidenses que esperan una pronta retirada de las tropas de Iraq.
  
"Podemos esperar que luego de las elecciones vengan días de incertidumbre.  También podría no saberse los resultados hasta principios de enero. Eso tomará  tiempo", advirtió.
  
"También les tomará tiempo formar su Gobierno", agregó el presidente  refiriéndose a Iraq, debido a que "el trabajo que nos espera demandará la  paciencia de los iraquíes y la nuestra también".
  
"No podemos retirarnos de Iraq y tampoco nos iremos antes de haber obtenido  la victoria", aseguró Bush, al rechazar todo tipo de "calendarios artificiales" para una retirada, que según él serían una "receta para el desastre".
  
En cambio, "sólo aceptaremos una victoria completa", especificó, luego de  describir nuevamente a los "enemigos" de Estados Unidos en Iraq: los ex  seguidores del derrocado presidente iraquí Saddam Hussein y los terroristas en  torno a Abu Mussab Al Zarqaui, jefe de la rama iraquí de Al Qaeda, la red  fundamentalista islámica de Usama ben Laden.
  
La aprobación en Estados Unidos de la gestión del presidente Bush descendió  notoriamente desde su reelección en noviembre de 2004, debido al alto precio  del petróleo, las preocupaciones sobre la economía y las crecientes inquietudes  sobre la política hacia Iraq, cuya guerra y ocupación ya se cobró la vida de  2.140 estadounidenses.