El hielo de las alumnas del colegio Veintiocho de Mayo se rompió al escuchar las vivencias sobre agresiones sexuales que sufren muchas jóvenes. A las chicas les agradó la charla y luego no querían que se retiraran los expositores que  el viernes pasado las previnieron sobre la violencia sexual.

El presidente de la Corte Superior de Guayaquil, Gustavo von Buchwald, acompañado de la magistrada Grace Campoverde, presidenta de la 2ª Sala de la Niñez y Adolescencia, presidió la delegación que visitó el plantel que alberga unas 7.000 estudiantes.

También expusieron la jueza Zoila Alvarado, del Juzgado 4º de lo Penal; la jueza Alemania Centeno, del Juzgado 1º de la Niñez y Adolescencia; Elsy Celi, de la asociación jurídica femenina, y Gisela Padovani, vicepresidenta de la asociación de mujeres abogadas.

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Tatiana Ortiz del Cepam (Centro para la promoción y acción de la mujer) entregó folletos y habló del acoso sexual en el ámbito educativo.

Von Buchwald se dirigió a unas 200 alumnas de cinco paralelos de sexto año. “Nos preocupa que los delitos sexuales contra niñas y mujeres mayores estén llegando a niveles altos”, les dijo. Agregó que el 80% de estos casos de agresión no se denuncia.

Campoverde fue sencilla al presentarse. Les expresó que se llamaba Grace, que estaba para prevenirlas sobre los peligros dentro del plantel y en su domicilio, donde muchas veces son acosadas sexualmente por sus parientes.

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Campoverde las conminó a que denuncien si en algún momento son asediadas por profesores a pretexto de mejorarles las notas.

Las jóvenes nada decían, frías escuchaban la exposición. Grace Campoverde aprovechó para referir un caso especial que las llenó de pánico. Les dijo que una ecuatoriana de 18 años fue conquistada por un sujeto mayor que ella. La enamoró y repentinamente se la llevó del país. Sin que ella pudiera evitarlo la llevó a España, donde se mostró exactamente como era él.

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Agregó la magistrada que por tres días ese individuo no le dio de comer y la hizo violar por más de diez sujetos.
Luego, la obligó a que se prostituyera bajo amenazas de atacar a sus parientes. El sujeto le indicó que él conocía donde vivía su familia. Como la chica se resistía, después de unos días le mostró el dedo de un niño y le dijo que era el de su hermano menor. La chica accedió.

Al escuchar esta exposición las jóvenes reaccionaron y las inquietudes llovieron. Una joven se levantó de su asiento e inquirió: “Si una chica de 17 años tiene relaciones sexuales con un hombre de 25 o más años, y ella lo hace por voluntad propia, ¿pueden los padres de ella meterlo preso?”. La magistrada, así como las abogadas Elsy Celi y Gisela Padovani, y la jueza Centeno, respondieron que sí. La chica quedó satisfecha con esa respuesta.

Otra preguntó: Yo tengo 18 años. Si tengo un enamorado de 30 años o más y con engaños me lleva a Europa, ¿qué es eso?; Campoverde le dijo: tráfico de personas.

Fueron varias las preguntas que hicieron las jóvenes.

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