Para Luis Tenemaza, jefe de guías  asesinado el pasado viernes, sus días de vida estaban contados. Así lo confesaron sus familiares, quienes sepultaron sus restos en el cementerio del suburbio Ángel de María Canals, la tarde de ayer.

“Tenía miedo. Siempre andaba prevenido porque él sabía que estaba amenazado. Solamente decía que eran unos reos”, declaró su hermano, Wilmer Tenemaza.

Quienes habitan en las calles 45 y la N, donde residía el ahora fallecido, hace nueve años junto a María Miranda y sus tres hijos (Luis, Doris y Eliza de nueve, tres y un año respectivamente), sienten pánico.

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Un amigo de la víctima, que pidió no ser identificado, señaló que dos semanas antes del asesinato una camioneta y dos autos  con vidrios oscuros y sin placas rondaban el domicilio del fallecido. “Pasaban unas cuatro veces al día y se detenían unos minutos frente a su casa y se iban”, acotó.

Isabel Burgos, cuñada del occiso, aseguró que en la otra casa que este tenía en la cooperativa Guerreros del Fortín (donde vivía con Blanca Adriano)  también rondaban vehículos sospechosos. “Dos semanas antes de que lo mataran, tres carros sin placas daban vueltas por las dos casas de Luis”, comentó.