Pasajeros en el incidente del pasado miércoles en el aeropuerto de Miami mencionan que  el hombre acribillado nunca dijo que tenía una bomba.

La muerte de un pasajero a manos de agentes estadounidenses en Miami abre interrogantes sobre las medidas de seguridad implantadas por Estados Unidos en los aeropuertos para luchar contra el terrorismo.

Familiares y testigos se declararon ayer “atónitos” ante la lamentable muerte de Rigoberto Alpízar, de 44 años, quien poseía las nacionalidades estadounidense y costarricense y que según las autoridades “dio a entender que tenía una bomba”.

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La policía confirmó posteriormente que no encontró bomba alguna y excluyó que se tratara de un caso relacionado con el terrorismo.

El hecho ocurrió el miércoles en el aeropuerto internacional de Miami, momentos antes de despegar el avión en el que el hombre viajaba a Orlando, Florida, donde residía.

“No creo que estuviera armado ni que tuviera una bomba. No creo que debieron dispararle”, dijo John McAlhany, pasajero del vuelo 924 de American Airlines, en el cual se produjo el tiroteo.

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“Espero que no hayan cometido un error”, agregó McAlhany, quien como muchos de los 118 pasajeros del avión se quejó además por el excesivo rigor de las autoridades que los mantuvieron “horas inmovilizados con las manos sobre la cabeza”.

Las declaraciones de otros viajeros después del incidente indican también que el hombre no dijo que tenía una bomba sino que estaba en un estado de extrema agitación antes de ser tiroteado.

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Mike Irizarry señaló a canales de TV locales que solo oyó a Alpízar gritar que debía abandonar el avión y que lo vio levantarse y correr por el pasillo de la nave a la salida.

Asimismo, Mary Gardner, otra de las testigos, agregó que vio cómo Alpízar corría “frenéticamente” hacia la salida del aparato y que escuchó a una mujer gritar “es mi esposo. Es bipolar”.

La bipolaridad es un trastorno de la personalidad caracterizado por lapsos maniaco depresivos que van desde estados depresivos hasta los eufóricos.

En San José, Rigoberto Alpízar, padre del infortunado, dijo que su hijo fue “acribillado” como si fuera delincuente.

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La Casa Blanca salió al paso de las críticas y defendió el comportamiento de los agentes al señalar que estos actuaron de manera adecuada a su entrenamiento.

“No creo que nadie quiera ver que se llega a una situación como esta, pero los agentes parecen haberse comportado de acuerdo con el entrenamiento exhaustivo que han recibido”, dijo Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca.

Los dos agentes federales involucrados en el tiroteo han sido apartados de servicio hasta aclarar los hechos.

El canciller costarricense, Roberto Tovar, dijo que su gobierno pedirá un informe a las autoridades estadounidenses.

Es la primera vez desde los ataques terroristas contra EE.UU. del 11 de septiembre del 2001 en que agentes federales encubiertos disparan a un sospechoso en un avión.

Según imágenes que presentó anoche el informativo Televistazo, de Ecuavisa, Alpízar tuvo un incidente con un menor en el aeropuerto Mariscal Sucre, de Quito, antes de abordar el miércoles el vuelo  hacia los Estados Unidos.