Me seduce, me atrae y me fascina, pero igual me trauma escribir acerca de la situación política, económica y religiosa que se vive en el mundo de esta generación. No nos han llegado hasta ahora las ideas de Alvin y Heidi Toffler. Pero mi déficit del conocimiento de la cultura mundial me frena la idea, porque hay tanto que aprender con el dominio de la información de todos los días o en el momento que prendemos el televisor o la computadora, que ya el tiempo se ha vuelto escaso y nuestra mente limitada, para comprender, aprender y asimilar la noticia que llega a través de los medios.

Después del fatídico 11 de septiembre del 2001, el mundo ha comenzado a vivir otra ola, diferente a la Tercera Ola acerca de la cual escribieron los Toffler. El mundo vive una nueva etapa. (¿Se podría llamar una nueva civilización?). Trayecto de tecnología de la información y del terrorismo.

La velocidad que está transformando la mente del hombre llevándole el conocimiento permite vivir en instantáneo, en audiovisual y tiempo virtual, los hechos que ocurren en el mundo. Así, en vivo y en directo, el mundo entero pudo conocer, por ejemplo, la Guerra del Golfo (la madre de todas las guerras, como la llamó Hussein), y la destrucción de las Torres Gemelas y el ataque al invulnerable Pentágono. (Si se reflexiona acerca de la rapidez y velocidad con que todo esto sucedió, se verá –casi se podría decir– que el mundo está dominando al tiempo).

Pero tal vez no es el tiempo que pasa a más velocidad, sino la mente nuestra que está acostumbrada a pensar y actuar en otra dimensión. Asombrados mirábamos en nuestras pantallas cómo caían y se derramaban por toda Nueva York, los escombros de años de inversión fabulosa de capitales, más los miembros arrancados y calcinados de los cuerpos de la gente que allí, en forma permanente, ganaba el sustento, tenía sus inquietudes y aspiraciones, o se había profesionalizado en alguna universidad.

Los sueños volaron y se expandieron por el aire; se contaminaron y dejaron barrido el suelo que otrora fuera orgullo de una nación: el WTC con sus dos Torres desapareció y con ello –yo creo– terminó una civilización para iniciar con la guerra, aún no comprendida por el mundo, una nueva época en que se mezclan o actúan el poder del dinero con factores religiosos y tecnológicos; que se ha visto que no crean países invulnerables. Las armas mortíferas pierden valor ante la actitud planificada en secreto, suicida y fanática.

Mientas en el Islam las piedras esconden a los dispuestos a combatir detrás de ellas y a morir para ganar la gloria ante Alá, el presidente Bush ordena a sus soldados, jóvenes dueños de esta generación, a mostrar el pecho y defender una libertad que no comprenden y que los ata a la dramática discapacidad o la muerte, a bordo de buques de guerra, aviones, submarinos y los planes suicidas del enemigo casi invisible.

¿Cómo podrá terminar esta catástrofe creada por el poder generador de riqueza? ¿Dónde podría estar el efecto conciliador para terminar esta guerra materialista (buscando petróleo) contra un pueblo que defiende su heredad (el petróleo), sus arraigadas creencias y sus valores espirituales?...