“Había una vez una hormiguita que perdió a su esposo, el hormiguito”. Así comenzaba una de las historias que la actriz y cuentera Ángela Arboleda narraba ayer a los niños de la Escuela de Ciegos. Ellos la escuchaban con atención y también participaban: completaban las frases, gritaban, reían, aplaudían.
En esa tónica se desarrolló la quinta maratón del cuento, que tuvo como sede la Plaza de las Artes y Oficios y que convocó a jóvenes que se forman como parvularios en las Universidades de Guayaquil, Católica, Laica Vicente Rocafuerte y a estudiantes de los institutos Rita Lecumberri y Leonidas García, quienes fueron los encargados de leer cuentos a los niños que acudieron a la cita, organizada por el Municipio.
La actividad se inició a las 09h00. En carpas que fueron acondicionadas para la ocasión, los futuros profesores recibían a los niños y les leían cuentos escogidos de acuerdo con la edad. La única cuentera que no pertenecía a un centro educativo era Arboleda, que acudió como invitada especial.
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Una vez que los niños escuchaban los cuentos, eran convidados a otra carpa, donde podían dibujar la historia que más les había gustado. Así tomaron cuerpo personajes como la Dama Tapada.
La mayoría de los niños que acudieron pertenecían a escuelas fiscales, aunque también hubo de particulares. Flor María Merizalde, directora de la Escuela de Párvulos de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte, señaló que la afluencia no fue masiva, como en la cuarta edición, que se desarrolló en el Malecón 2000. Opinó que quizá el cambio de escenario afectó.