Guayaquil es una ciudad que crece a pasos agigantados y este desarrollo así como trae beneficios, acarrea ciertos aspectos negativos. Uno de ellos es el desuso de los buenos modales o hábitos para una mejor convivencia. Esta situación comienza a llegar a niveles alarmantes y solo basta hacer un breve análisis para comprobarlo:

El uso de teléfonos móviles debe ser restringido durante actos o ceremonias y solo se lo volverá a encender en la etapa del brindis o luego del acto, con la única condición de que si hace uso de este, se hable en voz baja y no a gritos como usualmente ocurre. Resulta inconcebible que se mantenga encendido un móvil durante una obra de teatro, en el cine o durante el desarrollo de una presentación artística de cualquier tipo.

Conversaciones a gritos, carcajadas y la desconexión total en un espectáculo que se está presentando no solo resultan una ofensa para con el artista, sino una terrible falta de respeto hacia el resto de personas que sí desea disfrutar plenamente de este.

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El hábito del cigarrillo es considerado “sublime” para los fumadores, pero no así para el resto de personas que no fumamos, por ello debe reconsiderarse encender un cigarro, cigarrillo o pipa dentro de un espacio cerrado en el que no exista la recomendable renovación de aire puro.

Pasando a otra cosa: ¿Cuándo fue la última vez en que usted cedió el paso a alguien, sin importar su sexo ni edad, antes de entrar a un ascensor, al pasar ante una puerta o al ingresar a un espacio público o privado?

Si no ponemos en práctica las más elementales normas de educación estamos generando una reacción en cadena que tendrá graves repercusiones en nuestra sociedad ya que el malestar que produce nos ocasiona un estado de neurosis nada saludable, a más de que la imagen que proyectamos es tan desagradable que este “paraíso” llamado Ecuador siempre será postergado en cualquier gira turística, ya que habrá otros puntos geográficos con tantos o más atractivos naturales que los que tenemos, con una población que muestre una actitud más civilizada.

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El no involucrarse en las gestiones que cambien el rumbo de las cosas en aras de un progreso integral resulta digno de un ser humano retrógrado y no apto para la inserción dentro de esta sociedad globalizada. Si queremos que nuestro país mejore en todos los aspectos, debemos involucramos en todos los temas que ameriten un cambio.

Gustavo Ribadeneyra Romero
Guayaquil