No es cuestión de tener mucho dinero, poner un negocio y vender. Hay que buscar nuevos productos, un mercado de destino y lograr mantenerlo. Tres ejemplos demuestran que aunque con pocos recursos al inicio de la empresa, es posible generar riqueza, empleo y nuevas opciones para los consumidores.

De 500 a 1.000 dólares

Jaime garantiza su trabajo  pagando puntualmente

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Su capital inicial, poco antes de la dolarización, fue el equivalente a lo que ahora representan 150 dólares.

Eloy Jaime, aprovechó los conocimientos de ebanistería que aprendió de su padre y las maquinarias que heredó para seguir con la elaboración de muebles. Su hermano Carlos ha sido una gran ayuda para construir sus objetivos; él también es ebanista.

Jaime ha hecho crecer su capital inicial, sin embargo en ocasiones requiere de préstamos.

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Para eso se junta con otros artesanos y la última vez consiguieron que en la Misión Alianza Noruega les proporcionaran, a cada uno, 600 dólares para capital de trabajo.

A Jaime no le faltan clientes. En el taller ubicado en su casa en la cooperativa Independencia 1, en la isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, entrega varios muebles cada semana.

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La rentabilidad tampoco es mala, por cada obra consigue al menos un 40% de ganancias.

Este ebanista puede acceder a créditos porque, afirma, cumple con los vencimientos de pago de lo que recibe en esa entidad.

De 1.001 a 5.000 dólares

Electricista invirtió $ 3.500 en una camioneta que le produce

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Hace dos meses vendió su antigua camioneta, con ese dinero y unos ahorros, Gonzalo Macías Mora, juntó 3.500 dólares para comprar un nuevo carro. Aunque no le agrada la idea de recuperar sus recursos en un año más, se consuela porque está seguro de haber hecho una buena inversión.

Los fletes que Macías realiza no superan los 3 dólares en muchas ocasiones, pues ofrece sus servicios en los barrios de la vía Perimetral, donde los habitantes no cuentan con muchos recursos económicos.

Con su vehículo da servicios, especialmente en los establecimientos donde se venden materiales de construcción, prioritariamente en aquellos sectores como las  cooperativas Lomas de la Florida y Pancho Jácome, ubicadas en el norte de Guayaquil.

Macías no solo tiene este ingreso, también es electricista y ese trabajo fue el que le permitió ahorrar para comprar su primer carro hace tres años aproximadamente.

Este electricista afirma que prefiere tener su dinero invertido en un bien y hacerlo producir con su trabajo diario para mantener a su familia.