“No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Esta frase  le cae como anillo al dedo a los  directivos de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG). Piden a la ciudadanía que acuda a denunciar a los malos funcionarios y a los corruptos, y para levantar una denuncia hay que dejar por escrito nombre, apellido, edad, dirección profesión y teléfono. Se asombran porque la ciudadanía no acude, incluso asumen que no hay corrupción en la CTG y que todo lo que la gente sabe (casi 3 millones de guayaquileños) son habladurías y nada más.

Señores directores, primero  limpien la casa por dentro, hagan una auditoría interna a los  vigilantes, quienes  en pocos años de trabajo tienen carro y casa con un sueldo promedio de $ 400; es más, muchos de ellos tienen flota de taxi-amigo.
Pónganse ropa  de civil humilde (como es el 90% de los guayaquileños) y acudan a la CTG a tramitar un permiso, un cambio de matrícula, una autorización, etcétera, para ver qué encuentran; se van a asombrar, pero es posible que evadan a todos los tramitadores y lleguen a ventanilla y que por ponerle un sello le digan que está listo en ocho días... ¡ah!, “pero si quiere le podemos sacar en este momento”. Es absurdo que trámites sencillos duren tanto tiempo, eso fomenta la corrupción.

Revisen la casa por dentro,  descubran y boten a los malos miembros y es posible que en el futuro la gente de Guayaquil los ayude a mantener limpia su casa; no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista (ya cayó el Registro Civil).
Pongan la barba en remojo; ya tienen la intención, pero eso no basta.

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Ing. John Quispillo P.
Guayaquil