Veinte equipos y más de 400 jóvenes de las denominadas naciones buscan restablecer la tranquilidad en las calles de la ciudad, gracias al fútbol.

Ellos desean que sus nombres no formen parte de una crónica que relate actos de violencia, sino que dé cuenta de una actividad deportiva.

Los integrantes de algunas de las llamadas pandillas de Guayaquil decidieron enfrentarse en una cancha, descargando sus energías, anotando goles en las redes del arco contrario y no agrediendo a sus rivales.

El deseo de erradicar las guerras entre las agrupaciones urbanas de Guayaquil, como quieren  que se les conozca, es la intención que los motiva y los une para llevar a cabo el torneo de fútbol que han decidido titular Paz Urbana, y que realizarán a partir del próximo  miércoles 7 de diciembre, a las 12h00, en las canchas de la ciudadela Fertisa (al sur de la ciudad). Para el evento deportivo hay  20 equipos inscritos y más de 400 jugadores.

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Luis Pérez, integrante de la Fundación Serpaz, dice que las naciones u organizaciones se diferencian de las pandillas porque tienen una estructura y una jerarquía; además, entre sus miembros se cuentan más de 100 jóvenes, hombres y mujeres, y no solo 15 o 20 como ocurre en los otros grupos.

“También hicimos actos delictivos, estuvimos allí en las calles y fuimos parte del problema y de las guerras callejeras, pero gracias a guías comunes como  los de Serpaz, ahora intentamos ser multiplicadores de un cambio a conciencia, para quienes están detrás de nosotros, pero siempre con el ejemplo. Hay cosas positivas que se pueden hacer manteniendo el espíritu de grupo”, afirma George, quien con 27 años está al frente de la  Nación de Hierro y es el coordinador del campeonato de fútbol.

La intención de George tiene ya materializaciones, pues hace más de seis años junto al líder de otro grupo creó lo que hoy denominan El Imperio, una especie de federación de las naciones, formada por cuatro agrupaciones urbanas: Nación de Hierro, Cóndor de Acero, River People y Big Clan; incluso, hace unos meses mantienen en periodo de prueba, de acuerdo con sus propias reglas, a otra agrupación que también se motivó a integrar el grupo: “Hay que ver si realmente puede insertarse en el proceso de pacificación”, dice George.

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Estos cinco grupos mantuvieron por años lo que denominan “guerras”, entre ellos mismos, pero pese a reconocerse rivales antes, ahora se confirman hermanos y amigos, pues dicen resolver sus problemas conversando: “es nuestra forma de pedir que paren las guerras absurdas, ya hemos visto morir a muchos de los nuestros y la invitación es para que todas las naciones se unan a este  proyecto”, expresa George.

Los cinco líderes se reúnen una vez cada semana, a fin de exponer y evaluar los problemas que cada uno de sus grupos presenta en la inserción al “proceso de paz”, como lo denominan. En ese marco, George cree que el campeonato se convierte en la plataforma para que la gente les pierda “el miedo” y las autoridades se fijen en que también pueden “hacer cosas positivas juntos, pero necesitamos apoyo”.

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Microempresas es la palabra clave con la que estos jugadores se identifican, esa es su meta. Actualmente han creado una de ebanistería que fabrica cómodas y cajoneras para venderlas a los comerciantes de la calle Pedro Pablo Gómez y una imprenta.
Pero otros como Diego –cuyo nombre ha sido protegido–, encargado de la Hermandad Cóndor de Acero,  cuenta que sus compañeros desean montar un ciber en el cual podrán trabajar con mayor tranquilidad: “No somos como los Lating King y los Ñetas que les gusta andar matando a la gente; nosotros queremos ayudar a las personas del barrio, nos apoyamos el uno al otro siempre”, comenta mientras acomoda el pañuelo que usa bajo su gorra azul.

Algunos de los participantes del campeonato conservan un discurso ambiguo, pues aún no han decidido ingresar en la propuesta de Serpaz y El Imperio.

Carlos es líder de Los Guerreros, una agrupación con 15 años de existencia, más de 500 miembros en Guayaquil y con células en Durán, La Libertad, Santo Domingo y otras partes del país: “No estamos para provocar sino para responder, nuestro lema es que si nos hacen una, nosotros devolvemos el doble o el triple, eso sí no lo cambiamos por nadie, y si alguna vez lo hacemos será por nosotros mismos”, afirma este joven de 25 años golpeando la palma de la mano izquierda con el puño de la derecha.

La mayoría de ellos dice que el fútbol es su gran afición, ven el campeonato Paz Urbana como una forma distinta de competir, más sanamente y con menos riesgos.

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Prometen que intentarán resolver los contratiempos que pudieran surgir en el  partido, con goles; mientras buscan miradas sin prejuicios, entre el público.

Nos sentimos humillados cuando nos confunden con otras naciones, no todos matamos. Los policías nos ven la ropa y nos arrinconan siempre.

Carlos, líder de Los Guerreros.

La idea es que la gente nos pierda el miedo y que las autoridades vean que podemos lograr cosas positivas y microempresas juntos.

George, coordinador del Torneo.