Los peninsulares hemos tomado la decisión de proclamar la creación de la nueva provincia del Ecuador, con carácter de autónoma, conformado por los cantones: Santa Elena, La Libertad y Salinas, cuya extensión territorial alcanza los 4.538 km² con aproximadamente 300.000 habitantes.

Dueño de incalculables recursos naturales como petróleo y gas; agrícola, poseedora de tierra fértil donde se construye actualmente el famoso trasvase de Santa Elena que irrigará 165.000 hectáreas, kilómetros de playas y mar para el turismo nacional y mundial, con la presencia de una importante red hotelera, baños termales de San Vicente, pesca industrial y artesanal, centros de educación superior, centros comerciales de primer orden, principales bancos del país y cuarteles de las Fuerzas Armadas y Policía, etcétera.

Pese a todo ello existe el descontento ciudadano por la poca atención de los poderes del Estado. A pesar de haberles entregado por más de 80 años nuestra sangre: ¡el petróleo!, el gobierno centralista no ha proporcionado lo que nos corresponde por derecho y por justicia.

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El hombre peninsular se siente defraudado por la falta de apoyo para desarrollar sus actividades productivas. Por ejemplo, el Banco Nacional de Fomento no funciona para lo que fue creado. Somos el sector más grande del país con más de 150 pueblos y ciudades, posee una red vial pobre e insuficiente que en épocas de lluvia es imposible transitar, lo que hace que la gente emigre a las ciudades a formar suburbios y cordones de miseria y pobreza, dejando los campos solos para ver un día al mes largas filas frente a los bancos extendiendo la mano y recibiendo caridad con el famoso “bono de la pobreza” que avergüenza y denigra al hombre.

El peninsular ¡no necesita caridad! Exige ser dueño de su propio destino, trabajar en su mundo, en lo que sabe hacer, faenando el mar, labrando la tierra, atendiendo al turista, en la fábrica, etcétera; quieren trabajo, respeto y dignidad.

¿No es razón suficiente para proclamar su libertad económica?

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Con todo el derecho y justicia el cholo peninsular decidió la inmediata creación de la primera provincia autónoma del Ecuador.

Bartolomé Rosales Ortega
Santa Elena