Permitir semejante actitud de no hacer planes ni rendir cuentas en la administración estatal, es uno de los mayores pecados que comete en estos tiempos la ciudadanía. No solo aceptamos su corrupción e ineficiencia como un hecho inevitable; ahora además ni siquiera esperamos que nos hagan promesas que luego no se cumplirán. Se van unas autoridades, llegan otras, todas guardan silencio, y Pacifictel sigue igual.

En el caso de la empresa de teléfonos el problema es más grave porque se trata de uno de los mayores negocios estatales del momento. Por allí circulan miles de millones de dólares. No es un botín cualquiera, sino el premio gordo de los botines políticos, del cual el SRI ha hecho algunas denuncias formales en la Fiscalía, donde aparentemente dormirán un sueño eterno.

Necesitamos por eso hacer un esfuerzo especial y sacudirnos de la modorra política. Exijámosle a las autoridades de Pacifictel que nos informen por qué salieron los anteriores directores y qué piensan hacer ellas para acabar con el robo descarado que todos los días se comete contra el Estado y los ciudadanos en esa importante empresa pública.