Ivonne, cónyuge del ecuatoriano muerto en España  en el  2002 perdió a sus hijos y aún toma calmantes.

Ivonne Guzhñay ha salido del infierno en el que se transformó su vida desde la madrugada del 27 de enero de 2002, cuando su marido Wilson Pacheco fue arrojado a las aguas del Puerto Olímpico de Barcelona por unos guardias de seguridad del entonces centro de ocio Maremágnum.

Desde ese momento, a Ivonne se le vino el mundo encima. Repentinamente tuvo que dejar su hogar en un suburbio de Guayaquil para venir a Barcelona y  enterrar a su esposo. De la noche a la mañana, su rostro dejó de ser anónimo y pasó a ocupar las primeras páginas de los medios de comunicación de España.

Ivonne prácticamente no hablaba. Soportaba la presión en silencio, pero a eso se sumaron los problemas con la familia de su esposo. “Entonces me di a la bebida”, reconoce.

Publicidad

Sumida en el alcoholismo, las cosas no hicieron más que empeorar, ya que los servicios de asistencia social de la Generalitat (Gobierno de Cataluña) le quitaron la custodia de sus hijos.

Desde hace dos años, Carolina, de 10 años; Evelyn, de 8 e Isaac, de 5, se  encuentran en un casal para niños ubicado en Pallejà, a unos 25 minutos de Barcelona.

“Con lo que pasó, me di cuenta de que no podía seguir por ese rumbo, que tenía que cambiar por el bien de ellos (de sus hijos)”, explica Ivonne. Así, entró en una terapia de desintoxicación, se reconcilió con su suegra –a la que llama Charo– y buscó un empleo que le permite subsistir.

Publicidad

“Trabajo en una cadena de montaje, en una empresa que fabrica CD. Una vez por mes voy al hospital para entrevistarme con la psicóloga y para que me revise el doctor, porque aún estoy en tratamiento. Tengo que tomar antidepresivos”, narra.

Las autoridades le permiten ver a sus hijos dos domingos por mes, de 17h00 a 19h00. Son las dos horas que vive con más intensidad. De los tres, quien más le preocupa es Isaac, que prácticamente no conoció a su padre. El niño tenía siete meses cuando Wilson Pacheco decidió viajar a España. 

Publicidad

“A Isaac también le trata un psicólogo, porque su vida también ha sido muy dura”, admite la viuda de Pacheco. “Por suerte, ese asunto está resuelto. La Generalitat le ha dado la custodia de los niños a mi suegra y mi cuñada. Ella les quiere mucho”, agrega.

Ivonne Guzhñay alquila un piso en Sant Celoni, localidad ubicada a 30 minutos de Barcelona, por 304 euros al mes ($358). Aún no cobra la indemnización por el asesinato de su esposo, pero sueña con comprar un departamento para sus hijos y su madre, que actualmente reside en Guayaquil.

“Estoy haciendo los trámites de reagrupación familiar para traerle. Con ella aquí me sentiré más respaldada”, asegura.

Ahora su voz es más firme. Ya no queda nada de aquella mujer que hace cinco años prácticamente no podía pronunciar una palabra, y que abiertamente confesaba que no sabía ni cocinar. Ha ganado en elocuencia, en firmeza. “Me quedaré en España, no por mí, sino por mis hijos. Trato de superar los problemas por ellos y estoy segura de que aquí tendrán más oportunidades que en Ecuador”.

Publicidad

RESPONSABLES

CUMPLEN PENA
La Sala Segunda del Tribunal Supremo de España sentenció a condena de 13 años de prisión para los dos porteros de discoteca James Anglada y Mariano Romero y el vigilante de seguridad Antonio Fernando Quincoces, como responsables de la muerte del ecuatoriano Wilson Pacheco.

ABUSO DE SUPERIORIDAD
Los tres hombres implicados fueron condenados por un delito de homicidio con dolo eventual y con la  agravante de abuso de superioridad, según los cargos imputados.

AGRESIÓN
Los condenados apalearon a Wilson Pacheco en las afueras del bar Caipirinha en el centro de ocio Maremágnum y luego lo arrojaron a las aguas del puerto olímpico.

VIGILANTES
El caso del ecuatoriano Wilson Pacheco sacó a la luz pública otras denuncias, entre ellas de SOS Racismo sobre la tendencia de discriminación racial, agresiones y vejaciones por vigilantes de seguridad a los inmigrantes, y se reclamó mayor firmeza a las Fuerzas de Seguridad del Estado frente al racismo.