En la línea inaugurada con la publicación integral de las obras de José de la Cuadra se han publicado las Obras selectas de Alfredo Pareja Diezcanseco, magnífico aporte del Departamento de Cultura de la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil a la difusión y mayor conocimiento de los grandes escritores y poetas de la ciudad.

En una edición de lujo, siempre al cuidado y responsabilidad de Javier Vásconez, este tomo de Obras selectas rinde, sobre todo, reconocimiento a la novelística de Pareja Diezcanseco, como los anteriores han sido dedicados a otros importantes autores integrantes del llamado Grupo de Guayaquil.

Pareja Diezcanseco fue, a no dudarlo, el más prolífico de los novelistas nacionales en el pasado siglo, no solo en razón del número de sus textos cuanto en relación con el tiempo al que corresponden, lo que le permitió abarcar distintas manifestaciones expresivas.

Tal vez el más intelectual entre los cinco del ya histórico Grupo, aunque quizás el de menos compromiso partidista, Pareja Diezcanseco dedicó mucho de su tiempo al periodismo y al arte en general y no solo a la literatura, pues no cabe olvidar que él presentó e inauguró la exposición de Araceli Gilbert de 1955, como lo había hecho con las obras de otros destacados artistas.

Esta es sin duda la parte menos analizada de su obra y de su pensamiento, aun cuando tengo para mí que es la que, sirviendo de nexo entre sus diversas facetas de escritor, lo descubre y le daría, para nosotros, su verdadera estatura intelectual.

Hablé con él en algunas oportunidades y más con motivo de la campaña presidencial de Jaime Roldós, descubriendo en ese entonces su vivo interés por los asuntos históricos del país a los que ya había dedicado algunos textos de análisis. Siempre risueño, elegante, con el porte del señor de antiguo cuño y con vivaces criterios sobre la realidad nacional, representaba, de algún modo, la imagen del intelectual europeo de entre guerras y más propiamente del tipo alemán, pensando en el autor del Doctor Fausto y La montaña mágica al que, si no me equivoco, admiraba.

Estas Obras selectas... rinden, pues, homenaje de reconocimiento a un escritor de valía, como ha sucedido con las publicaciones anteriores, y constituyen un encomiable esfuerzo de la administración municipal por recordar a destacados autores que han nacido o vivido en Guayaquil. Ciertamente, por su factura son libros de colección que pueden circular honrosamente entre las más cuidadas ediciones que existen.

Este trabajo debe continuar. Pero así como se recuerda dignamente a los escritores, sería igualmente loable recordar a grandes autores de otros espacios de creatividad, como los artistas de orden plástico, músicos, etcétera. En estos casos la situación es distinta por tratarse de tipos de obras que exigen análisis también diferentes y plantean, además, la necesaria formulación de textos biográficos. Sin duda esta tarea puede parecer más compleja, pero no imposible. En todo caso, es una sugerencia perfectamente válida.

Frente al desamparo de realizaciones culturales de carácter nacional se vuelve imprescindible reconocer este importante esfuerzo municipal.