Las quejas por los malos programas y por la vulgaridad que reina en algunos de ellos han alcanzado un alarmante tono de indignación, y abundan los reclamos para que mejore la producción nacional.

Lamentablemente, la televisión no ha dado muchas muestras de estar dispuesta a escuchar ese llamado. Por eso es importante reconocer cuando, aun con limitaciones, se hacen esfuerzos para cambiar.

Hace un tiempo un programa de preguntas y respuestas alcanzó gran sintonía, rompiendo el mito de que la educación y la cultura nunca despertarán interés en el gran público. Ciertos programas de reportajes sobre temas variados han alcanzado un gran profesionalismo. Ahora el programa El Mejor Ecuatoriano acaba de motivar un interesante debate sobre algunas de nuestras figuras más destacadas.

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Ninguno de estos intentos han sido perfectos, pero es enorme la diferencia que los separa de otros programas que ofenden la inteligencia y el buen gusto de los ecuatorianos. Se demuestra así que hay productores, directores, actores y guionistas que podrían hacer una mejor televisión si tuviesen mayores oportunidades. Y por eso nuestro deseo de que experiencias así se multipliquen.