Unas 50 personas, entre iraquíes civiles y militares,  además de varios soldados estadounidenses, murieron ayer en Iraq, en una jornada sangrienta de atentados.

El ataque más intenso ocurrió frente al hospital de Mahmudiya, a unos  20 km al sur de Bagdad, donde la explosión de un coche bomba mató a 30  personas e hirió a 23.

El atentado tenía como presunto objetivo un convoy militar estadounidense.

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“Salía del hospital con mi hijo de un año y medio en los brazos cuando  ocurrió la explosión. Caí debido a la onda de la explosión. Cuando me levanté  no tenía a mi pequeño en mis brazos; lo encontré entre los muertos”, contó Hoda Ali, una iraquí de 30 años que resultó herida en el rostro y  en los brazos.

En otro ataque, una niña resultó muerta en la explosión de una bomba cuando jugaba  cerca de una patrulla militar estadounidense, en Diwania.