El menor de 15 años, autor confeso de la muerte de sus padres adoptivos y de su hermana de crianza (triple crimen de La Garzota), ocurrido el 19 de junio del 2000, se destaca entre el grupo de niños infractores aislados en la unidad de diagnóstico y tratamiento de la fase 2 del Instituto Profesional de Guayaquil, adscrito al Ministerio de Bienestar Social.

Muy tranquilo,  participa en las terapias (psicológica, pedagógica y laboral) siempre sonriente. Nunca muestra disgusto, afirma la maestra  Silvia Cisneros.

No obstante, la educadora no permite que personas extrañas o periodistas lo entrevisten. “Ya le han hecho daño con tantas preguntas; es mejor dejarlo tranquilo para que su mente nada recuerde”, señala la pedagoga.

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El menor, sentenciado a cuatro años de internamiento, es delgado, de mediana estatura y con cara de niño bueno. Por el color de su piel (blanco) se destaca entre los demás. Las funcionarias de Bienestar Social, entre estas Ruth Cedeño de Manrique, le tienen aprecio. Afirman que el chico se rehabilitará. Silvia Cisneros dice que “él es muy obediente. Nunca protesta; siempre sonríe”.

Carlos León Aguilar, director del Instituto Profesional fase 2 (del Ministerio de Bienestar Social), no dio detalles del chico involucrado y aseguró que “todos los menores reciben igual tratamiento”.