Un crimen frustró a Jimmy N. el deseo de ser futbolista; Holger N., un pandillero que se supera.

Los jóvenes infractores, aislados en la unidad de diagnóstico y tratamiento de la fase 2 del Instituto Profesional de Guayaquil, participan en las terapias pedagógicas que el Ministerio de Bienestar Social les dicta como parte de la rehabilitación.

Se sienten integrados y como cualquier estudiante asisten a las clases que les da la maestra inspectora Silvia Cisneros Lara. No obstante, estos chicos siempre están inquietos porque cada uno guarda un secreto o una historia triste que teme contar.

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Solo la profesora es su confidente. A ella le revelan lo que han hecho, y sus planes para cuando salgan libres.

Un crimen y su adicción a las drogas alejaron del club Esmeraldas Petrolero a Jimmy N., de 18 años, quien anhelaba ser futbolista profesional.

Se apartó de la actividad deportiva luego de caer en el vicio, como él mismo lo confiesa. En ese andar ilícito asesinó a una persona y hoy espera la sentencia, que probablemente sea la máxima (cuatro años de aislamiento).

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Tiene cinco meses internado y mientras escucha las clases se pone inquieto. Y más aún cuando sus compañeros  le recuerdan el fútbol.

“Esa muerte es parte de mi pasado, ahora quiero ser distinto y volver a jugar en cualquier equipo del país. Ojalá me ayuden”, manifiesta al tiempo que pide que si alguna entidad quiere apoyarlo lo contacte en el centro de aislamiento.
Jimmy, alto de estatura, “es uno de los más aplicados y todos los días insiste en el fútbol”, sostiene la educadora.

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Cristian N., de 16, tiene  grandes hematomas en el rostro. Fugó hace 20 días, pero una hora después fue recapturado cuando llegaba a la casa de una mujer que vende drogas.

Se desespera en ese encierro, por eso busca la calle. Dice que su padre le pegaba y que por ello siempre se iba de casa para fumar estupefacientes. Por dos o tres semanas –sin dormir– fumaba y luego viajaba a Quevedo, Los Ríos, o Tena, en el Oriente.

En Guayaquil dice que frecuenta las calles Francisco de Marcos y Lizardo García, donde un primo. También suele drogarse por un sector de Guerrero Valenzuela y El Oro. “Al principio fumaba la verde (marihuana), ahora la blanca (cocaína)”.

Desde que está en su encierro, hace más de un mes, Cristian no fuma. No obstante, asegura que hasta hace dos semanas  no podía resistir la falta de drogas. Ahora está mejor.

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Álex N., de 17, considera que está pagando una culpa que no cometió. Fue sentenciado a cuatro años de encierro como cómplice de un crimen con robo en la ciudadela Kennedy Norte, del que asegura no tiene responsabilidad.

Trabajaba como empleado de la persona  asesinada. “Por eso vi el robo, yo no participé. Fueron injustos, no me creyeron y me sentenciaron, pero espero recuperar mi libertad después de dos años, por buena conducta”, dice.

Vive con una abuela porque sus padres están separados. “Mi papá está en Guayaquil pero no me busca, mi mamá se fue a España hace seis años”, comenta con nostalgia este joven que está en quinto año de secundaria.

Holger y Elvis, ambos de 17  e integrantes de la pandilla Latin King, están presos por asalto express. Holger es el dibujante del grupo y aparte hace carteles, pancartas y vallas. En esa actividad pasa la mayor parte del tiempo. “Tiene el arte en las manos y habilidad hasta para transformar una piedra en un objeto vistoso”, señala  la maestra.

Ambos jóvenes aislados no han sido sentenciados.

Miguel N., de 15, internado por drogas, es el más triste y muchas veces rebelde. Nadie lo visita y está por recuperar la libertad, dice la profesora. “Vivo en la calle, por el cementerio”, dice. Roba y el dinero le sirve para comprar drogas, manifiesta. La profesora le dice que se quede, que en el instituto se encuentra mejor.

REHABILITACIÓN

TALLERES
Los jóvenes internos trabajan en talleres de sastrería y mueblería. La maestra Silvia Cisneros los evalúa y destina al tipo de artesanía. Ellos venden lo que elaboran.

FALTAN LIBROS
El centro de internamiento posee una biblioteca, pero no hay libros actualizados; los que existen son antiguos (de hace 20 años) y para escuela.

PROFESORES
El centro necesita de urgencia un alfabetizador y un profesor de Psicología y Computación.