En las negociaciones de un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y tres países andinos hay intereses de empresarios y gobiernos. Colombia tiene, sin embargo, un tercer sector que no está presente en las delegaciones de Perú y Ecuador: el interés de una ciudad, la capital Bogotá.

Bogotá sigue las negociaciones no por preocupaciones de una cuota turística, como pudiera suponerse, sino con planteamientos de un ente autónomo,   de ofensiva y defensiva de sus propios intereses regionales, dijo Jorge Pulecio, representante de la ciudad en la delegación colombiana presente en Washington.

Según la constitución colombiana, Bogotá tiene su propia jurisdicción en la distribución política del país como Distrito Capital, comparativamente similar al Distrito Federal (DF) de la capital mexicana o el Distrito de Columbia (DC) de la capital estadounidense.

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Estados Unidos y México negociaron un tratado de libre comercio (TLC) como repúblicas federativas unitarias en procesos que estuvieron mayormente libres de representantes de gobiernos de una determinada jurisdicción territorial interna.

En su superficie de unos 400 kilómetros cuadrados y 7 millones de habitantes (un 15% de la población nacional), el Distrito Capital de Bogotá es el asiento del 35% de la industria y el 51% de los servicios de Colombia, por lo cual, según Pulecio,  resultaría muy afectada con lo que finalmente se negocie en un TLC.

En la perspectiva de Bogotá, es sustantivo que en el TLC no se comprometa el mandato constitucional que consagra las competencias de la ciudad en temas como el fiscal, tributario, ambiental, inversiones y calidad de vida de los bogotanos, declaró en una entrevista con la AP.

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Pulecio, nombrado por el alcalde mayor de Bogotá Luis Eduardo Garzón como coordinador del proceso negociador, trabaja al frente de un equipo que, dijo, ha producido ya 14 informes sobre las negociaciones, virtualmente uno por cada ronda de diálogo que se ha realizado hasta el actual encuentro en que los negociadores esperan cerrar un trato.

Pero el gobierno central sigue tendiendo la última palabra en política exterior. El presidente Álvaro Uribe no aceptó las exigencias mínimas de Garzón para el TLC, pero sí que el alcalde izquierdista de oposición acreditase un observador en el proceso.

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Según Pulecio, Bogotá está atento en las negociaciones a los temas de seguridad alimentaria, la defensa de la salud pública, el acceso justo a mercados en el área de servicios, el respeto a los acuerdos de la integración andina que ya están beneficiando a la ciudad y el respeto a las competencias constitucionales de la capital.

En caso de que el TLC no contemple las peticiones mínimas de Bogotá, el alcalde Garzón ha dicho que convocará una consulta popular a los bogotanos sobre los temas del tratado que le pudieran afectar a la ciudad, dijo Pulecio.

El alcalde de Bogotá no está satisfecho con la estrategia de negociación del presidente Uribe, dijo Pulecio.   Propone construir un acuerdo nacional para establecer unas líneas rojas mínimas de defensa de los sectores productivos nacionales y unas metas mínimas de acceso real al mercado estadounidense.

Uribe ha dicho que Colombia concluirá la negociación y firmará el TLC   así caigan rayos y centellas.

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