Prefiero el adjetivo honroso de viejo al circunloquio evasivo “de tercera edad”. ¿A quién le gusta ser de tercera? Pues bien, los viejitos (as) que opten por la jubilación a partir del 7 octubre están de pláceme. Por equidad espero que seamos beneficiados también los más viejitos. ¿De qué estoy escribiendo? De la Resolución 077, que el Consejo Directivo del IESS aprobó en sesiones del 26 y 27 de septiembre. Hace ticinco años yo también fui joven; entonces estudié el Beveridge Plan y redacté la tesis La formación del concepto de seguridad social. Este antecedente es una razón, no la principal, para haber seguido con interés la vía dolorosa de los jubilados. La resolución establece que el cálculo de la pensión de jubilación ordinaria de vejez se sujetará a lo dispuesto por el art. 229 de la Ley de Seguridad Social, con el límite máximo de hasta 800 dólares mensuales para el año 2005.

Para los años siguientes, el límite máximo será fijado por el Consejo Directivo, con base en los estudios respectivos.

Según el art. 229, “el asegurado que cumpliere 60 años de edad y acreditare 30 años de imposiciones tendrá derecho a una pensión de vejez que será igual al 75% del promedio de los 5 años de mejor sueldo o salario de aportación”.

La magnitud del cambio introducido por la Resolución 007 se ve a contraluz de la realidad establecida por el IESS, cuando fijó en 240 dólares las pensiones máximas iniciales, desacatando la Ley de Seguridad Social.

La elevación es objetivamente grande, a pesar de que algunos profesionales la consideren, para ellos, insuficiente. La magnitud de la elevación plantea interrogantes:

¿Permiten los cálculos actuariales el alza? Si no la permitieran, estaríamos cavando un abismo próximo futuro. Dos realidades cierran el paso a hipótesis negativa:

Primera, la de que la Superintendencia de Bancos haya acogido la denuncia, según la cual el IESS violó la Ley de Seguridad Social al fijar 240 dólares como la suma máxima de la pensión inicial.
Segunda, la de que el diputado doctor Marco Proaño Maya ha sido el que ha llevado adelante la aspiración de los jubilados.
¡Bien por el abanderado!

Cuando me veo obligado a señalar actos nocivos protagonizados por algunos de nuestros “honorables”, me cuido bien de no generalizar la condena a los políticos; digo con convicción que hay políticos que se esfuerzan en servir a los ecuatorianos; uno de ellos es ciertamente el doctor Proaño Maya, a pesar de que negó su voto a los padres de familia la libertad de pedir o no pedir instrucción religiosa para sus hijos y libertad de pedir la que quisieran. Este servicio a los ancianos le borra ese pecado contra la libertad.

En Ecuador, el Instituto tiene más de Seguro que de Seguridad Social, entre otras razones, porque protege aproximadamente solo al 17% de ecuatorianos, porque el Gobierno no honra su obligación de contribuir. Que el 100% de diputados y no solo el 17% sirva a los ecuatorianos.