En su obra el poeta no pretende abordar a todos  los autores que podrían considerarse determinantes durante el siglo XX, sino que es un producto de su lectura personal  que lo llevó a tener un destino singular entre la poesía.

Iván Carvajal no es un lector cualquiera de poesía. Es un poeta leyendo poesía. Y esas lecturas las ha reunido en estos días en una colección  de estudios literarios y culturales del Centro Cultural Benjamín Carrión.

Tienen por título, un verso de Francisco Granizo: A la zaga del animal imposible. Por qué ese título. Tal vez porque refleja la relación del lector de poesía con ésta: una relación marcada por la persecución a los sentidos de la palabra dentro de la poesía, por el modo como ésta escapa entre los intersticios infinitos de lo no dicho, del silencio, un silencio hacia el que camina  la reflexión de Carvajal, desde los esfuerzos del primer poeta abordado, Jorge Carrera Andrade y su afán por volver a nombrar todo. Hasta que, a partir de los versos “herméticos” del último César Dávila Andrade, la poesía comience a desandar lo nombrado, camine por lo innombrable. Silencio que recayó también sobre un Hugo Mayo que reaparecería al final de su vida; o el que, desde los linderos de la poesía, le fue impuesto a uno de los mayores poetas ecuatorianos del siglo XX: Alfredo Gangotena, bajo la insólita acusación de “afrancesado”.

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El propio Carvajal describe en las primeras páginas de su libro lo que será esa relación entre el lector y el poeta, entre lectura y poesía: “Una sostenida actividad de lectura e interpretación de poemas y poetas”.

Pero al mismo tiempo marca otra relación: aquella entre el lector poeta y los otros poetas: “No hay poema que no tome un legado, que no saquee o preserve algún verso, ritmo, sonido o metáfora encontrado en otros textos poéticos”. Estamos, por tanto, frente a la más extraña y significativa de las lecturas de poesía, aquella en que la lectura conduce a la creación poética, aquella en la que la poesía encuentra su supervivencia reproduciéndose en la poesía del poeta-lector.

Carvajal acaba describiendo la lectura de poesía como “una escucha” y una “mirada que se abre”. Es fácil, por tanto, desde allí, establecer la diferencia entre el lector de poesía y el lector de novelas, por ejemplo.

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¿Cuáles son las lecturas que el poeta-lector Iván Carvajal hace en este libro, acto de caza, de persecución, de desciframiento imposible?

En primer término, tres poetas surgidos de la ruptura con el modernismo de principios del siglo XX: Jorge Carrera Andrade, Hugo Mayo y Gonzalo Escudero. En ellos, particularmente en los dos primeros, Carvajal tiene muy presente el tiempo histórico (porque más adelante, en otros ensayos, será el tiempo personal, inconmensurable del poeta, el que domine los ensayos).

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Y en cuanto al tiempo histórico, Carvajal ha seleccionado un año, como significativo: 1959, que es el año en que tres poetas van a protagonizar un premio literario en un hecho bastante inédito: Hugo Salazar Tamariz, César Dávila Andrade y Hugo Mayo, disputándose el primer lugar en la primera versión del Ismael Pérez Pazmiño convocado por Diario EL UNIVERSO; difícil imaginarse otro certamen de poesía con tres figuras de esa dimensión. Pero es el año en el que Carrera Andrade publica Hombre Planetario, Jorge Enrique Adoum prepara la tercera parte de los Cuadernos de la Tierra, triunfa la revolución cubana y una masacre en las calles de Guayaquil marca el advenimiento de otro tiempo político.

A partir de esa referencia, comienzan las lecturas individuales de Carvajal, que a momentos no pueden dejar de acudir a las referencias colectivas, al encuentro de los poetas comentados, o al surgimiento de movimientos particularmente centrados en la poesía, como los tzántzicos de los años sesenta.

Carvajal no pretende abordar todos los autores que podrían considerarse determinantes durante un siglo. Se trata de una lectura personal, porque para el autor se trata del destino singular del poeta. Están allí, por tanto “sus” lecturas, aquellos autores a los que se aproximó desde la adolescencia, o los que han compartido con él décadas de creación, como Alexis Naranjo. Aquellos poetas que, como afirma Carvajal, “en un destello fugaz, en una leve resonancia que se da en la inmediatez” se expresa la totalidad, que es cuando el poema se convierte en ese espacio de lectura sin fin, en ese ir a la zaga del animal imposible.

No hay poema que no tome un legado, que no saquee o preserve algún verso, ritmo, sonido o metáfora encontrado en otros textos poéticos

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Iván Carvajal,Poeta

Autor:Luis Rafael Sánchez.
Título:Devórame otra vez.
Género: Periodismo.
Editorial:Ediciones Callejón.
Páginas: 201.

Autora:Natasha Salguero.
Título:No me digas que me amas.
Género: Poesía.
Editorial:Paradiso.
Páginas: 46.
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Autor: J.J. Benítez.
Título:Caballo de Troya 7.
Género: Narrativa.
Editorial:Planeta.
Páginas: 496.