Escuchamos hasta el cansancio que el presidente Palacio había atentado contra el desarrollo turístico del país al negarse a firmar el decreto que hubiese concedido descanso en buena parte de la semana del 1 al 6 de noviembre. En efecto, dueños de hoteles, hosterías, restaurantes, así como vendedores de artesanías y cerámicas e infinidad de objetos, protestaron porque, según ellos, acusaban pérdidas superiores a los tres millones de dólares debido a que, eliminado el “puente”, no vendieron y en consecuencia quedaron “varados”.

A mi modo de ver, no es decretando “puentes” como vamos a conseguir el incremento del turismo. Es necesario una inteligente planificación del turismo receptivo, que incluye la presencia de excelentes carreteras, una infraestructura hotelera de primer orden, mucha seguridad, servicios básicos en óptimo estado, celoso cuidado de los sitios considerados de destino turístico y una adecuada campaña orientada al buen trato del visitante. Como lo hicieron, en su momento, los españoles. Con ello aumentará la aspiración de los propios ecuatorianos de viajar a distintos lugares de la república y el interés de turistas extranjeros que sí saben de las bellezas que posee el Ecuador.

Hace poco una misión del más alto nivel de Chile fue a China para ofrecer atractivos paquetes turísticos, tras conocer que 29 millones de chinos salieron, en el 2004, en plan de paseo y con ánimo de pactar negocios. Los chilenos trataron de convencer al menos a 500 mil de esos viajeros que visiten Chile. Eso es lo que deberíamos hacer nosotros también. El año pasado 930 millones de chinos viajaron a través de su territorio aprovechando sus vacaciones y dejaron para beneficio de todo el aparato turístico de aquel estado 48.368 millones de dólares. En definitiva, requerimos de planes sostenidos de desarrollo turístico y no de puentes como los reclamados hace poco.

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Jaime Díaz Marmolejo
Guayaquil