Con la Power Barge II  son seis las embarcaciones que se encuentran atracadas en este sector.

El problema solo cambió de escenario. La barcaza  Power Barge II abandonó Puerto Hondo el domingo pasado, pero no se fue sola. Llevó consigo la incertidumbre que despierta entre quienes residen cerca de la maquinaria: la   trasladó a 90 minutos de Guayaquil.  

Posorja fue la encargada de  recibirla. Y lo hizo con cautela,  pero –sobre todo– con cuestionamientos. ¿Por qué las embarcaciones que  Guayaquil no acepta  acoderar en su perímetro urbano van a parar a esta parroquia rural? 

Con la Power Barge II -de la compañía  Ulysseas Inc., de Brasil- son seis las naves que se asientan en la zona.  La embarcación se suma a las cinco que la empresa Termoguayas Generation –constituida en Ecuador por Keppel Energy, de Singapur– tiene en el país desde el 8 de julio pasado. 

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Los antecedentes se remiten a una decisión del alcalde Jaime Nebot, asumida como una política de su gestión:  la ciudad no acogerá más barcazas de generación termoeléctrica. Y aunque -por jurisdicción-  Nebot también tiene competencia en Posorja,  aún no ha dicho nada sobre el tema.   

En el muelle del Complejo Industrial Portuario Salica se asientan las naves, aunque sin operar. En Puerto Hondo tampoco trabajaba la Power Barge II; aun así, el Alcalde  advirtió que si no salía del lugar hasta el 13 de noviembre, el Municipio la remolcaría.

Reclamos
La Junta Parroquial de Posorja tiene definida su postura: frenar una eventual operación de las embarcaciones en el lugar. Junto a una comisión de moradores, el presidente del organismo, Galo Vargas, remitirá  oficios a varias instituciones –entre ellas, el Cabildo  y la Digmer– para expresar su rechazo.  Además, según anunció, una delegación  presentará este lunes una denuncia en la Defensoría del Pueblo.

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Pero también hay dudas. Algunos residentes piensan que, generen o no energía, las barcazas perjudican al sector.

“Lo ideal es que salgan de aquí,  pero por lo menos queremos que vengan técnicos y médicos a comprobar que, si así como están, hay o no afectación”, señala  Diana Asencio, dirigenta parroquial.

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 Los  pescadores que trabajan a orillas del barrio 19 de Junio, cerca de Salica,  se muestran preocupados. Uno de ellos, Manuel Balón, piensa que el funcionamiento de los equipos incidirá en su actividad. “Si aseguraban  que en Puerto Hondo iba a pasar eso, ¿por qué acá no?”, se  cuestiona. Por esto, los residentes piden que  Fundación Natura también  realice un estudio en el lugar. 

El director de Salud del  Guayas, Javier Carrillo, afirma  que si la maquinaria no se prende no tiene por qué afectar a los habitantes. “Pero tanto la Digmer como el Municipio deben controlar que se cumplan con otras normas, como el impacto ambiental y el manejo del combustible”.