Podríamos hablar de inflación (menos grave que ciertos comentarios), o del TLC, cuyas negociaciones van culminando (tema muy importante); prefiero seguir la reflexión sobre comportamientos y  cultura, ese es nuestro verdadero problema.

1) Las actitudes y visiones son la clave de lo que son y hacen las personas y  los países. Algunos creen que este es un tema superficial que simplemente determina el optimismo y el pesimismo nacional. No, esto es lo fundamental y ahí fallamos: nuestra visión es la de un mundo en el cual somos víctimas, nunca asumimos nuestras responsabilidades y somos pasivos ante un entorno que se mueve con dinamismo aprovechando oportunidades que nosotros tememos enfrentar.

2) No logramos cohesionarnos colectivamente, no alrededor de una visión impuesta por alguien, sino alrededor de la aceptación que somos a la vez individuos y miembros de una colectividad. Tenemos insuficiente respeto a los demás, es decir indirectamente a nosotros mismos (impuntualidad, tráfico). No aceptamos ni respetamos las leyes que norman nuestros comportamiento y siempre tenemos pretextos para violarlas, cuando deberíamos ir hacia el principio básico de “las leyes se acatan aunque no nos gusten y se intenta modificarlas  si es necesario”.

3) El liderazgo (tomo conceptos de mi amigo Jorji Zalles). Tenemos la visión de un liderazgo tradicional, paternalista, donde la tropa sigue a un líder que tiene (supuestamente, y él nunca se priva de recordarlo) las soluciones mágicas. Como no confirma esa esperanza, la gente se frustra y descarga su ira, que en el fondo es la ira de la irresponsabilidad. El líder debe motivar, crear espacios, generar capacidad para que los ciudadanos encuentren su camino. Es un reto complejo porque ese tipo de liderazgo exige una sociedad liberal y no los esquemas semisocializantes en los que vivimos, donde efectivamente el poder, la influencia y las soluciones vienen de arriba. Pero claro, liberalismo y democracia son sistemas muy exigentes, demandan mucho de la persona como ciudadano y como actor.
No hay recetas, hay caminos que se van trazando. Y para eso tampoco sabemos dialogar; solo hablar y no escuchar.

4) La búsqueda de eficiencia, es decir “hacer mejor las cosas” va en la misma dirección, pero preferimos mirar hacia el Estado paternalista y eterno, y exigirle resuelva nuestros problemas (Machala es el ejemplo de esto: se exige al Gobierno resuelva el problema del notario-prestamista que no es sino un problema de una mala decisión tomada libremente por los ciudadanos, el Estado solo puede exigir que se haga justicia … recuerdo que hace tres semanas había anticipado en esta columna que llegaríamos a este tipo de exigencia). Pero el reto de la calidad, la competencia, el esfuerzo, lo vemos como un tema sobrehumano (aunque esto solo sucede en ciertos grupos elitistas, porque la gente de más bajos ingresos está acostumbrada a ese tipo de lucha y sabe que puede enfrentarla).

5) No vivimos una sociedad neoliberal (¿qué es?) ni peor liberal, sino un sistema de grupos de interés (algunos políticos, sindicatos y empresarios) que sangran al país…, pero para poder vencer al enemigo, ¡hay que conocerlo!