El desconocimiento de nuestra historia y la forma como se ha realizado el concurso de ‘El mejor ecuatoriano’ han permitido que entre los diez finalistas seleccionados aparezca la figura del Dr. José María Velasco Ibarra, personaje nefasto, que si bien es cierto fue elegido cinco veces presidente de la República –gracias a la votación de un pueblo que inocente creía esperanzado en sus demagógicos ofrecimientos– cuatro veces fue derrocado por ese mismo pueblo que fue víctima de su incapacidad para gobernar.

El Dr. Velasco Ibarra fue un anarquista político que atropelló todos los principios, conculcó todas las libertades, rompió constituciones y se proclamó dictador.
Clausuró universidades, asesinó estudiantes, y atentó contra la seguridad y la integridad territorial del Estado.

En cuanto a su honradez personal, es preciso recordar que se apoderó de la creación de la Casa de la Cultura, derogando el decreto correspondiente expedido por el gobierno del Dr. Arroyo del Río, al que sustituyó por otro que “la volvía a crear” simplemente cambiándole de nombre; recordemos también la célebre sentencia del Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy cuando hizo referencia a los “hombres enloquecidos por el dinero”. Con su presencia en el poder se instauraron en Ecuador el populismo, la corrupción y muchas otras “bellezas” que prefiero guardar para otra oportunidad. ¿Merece este hombre estar seleccionado entre los diez mejores ecuatorianos?

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Efrén Avilés Pino
Guayaquil

Estoy como Diógenes buscando con una linterna al hombre perfecto; a aquel ecuatoriano que tenga la integridad y responsabilidad que solo da la moral.
Mi candidato es “Juan Pueblo” que representa a los ciudadanos de Ecuador, porque todos los problemas y deseos están en él, quien sufre miserias y quemeimportismos. Es él quien sueña con tener un sueldo justo para comer, educar a sus hijos, atender su salud, una vivienda adecuada. Se equivoca cuando vota y luego reniega arrepentido. Él vive de ilusiones esperando soluciones que no llegan.

Lcdo. Enrique Arteaga G.
Guayaquil

Es difícil la elección de “el mejor ecuatoriano”, por ser numerosos los personajes que han dado lustre a la nación en diversos aspectos de la actividad humana, pero sí sería de desear que se elija con acierto a quien se haya destacado en los grandes valores humanos, cívicos y contribuido al adelanto de la sociedad, no tanto en los aspectos intrascendentes, cuanto en lo que incide profunda y permanentemente en el alma nacional.

Considero que Jefferson Pérez es digno de esta nominación porque con su esfuerzo, dinamismo y constancia ha enaltecido al Ecuador ante el mundo, y es un ejemplo de humanismo patriota, dentro de una actitud humilde.

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Víctor Maldonado
Guayaquil

El atleta Jefferson Pérez Quezada, campeón olímpico y mundial de marcha, nos proporciona ejemplos respecto al comportamiento en toda su magnitud antes, durante y después de las competencias, en la vida pública y en la privada. En sus actos se refleja equilibrio de mente, demostrando positivismo, humildad, honestidad, solidaridad.

Sería provechoso que todos los que están en un cargo de la función pública, a fin de cambiar esa ruta de inoperancia, emulen a nuestro campeón.

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Arq. Rodolfo López Osorio
Guayaquil

La elección de “el mejor ecuatoriano” es un producto del mercado celular que se presta a un resultado emocional. Es lamentable que figuras conocidas se dejen envolver en esta farsa.

Cómo puede compararse a Alfaro, quien forjó una transformación que entre otras conquistas importantes le reconoció a la mujer el derecho al voto, con la primera mujer que ejerció el derecho a sufragar. En el plano político la obra de Matilde Hidalgo no alcanzó la trascendencia de la de Alfaro como para establecer un parangón.

Cómo puede parangonarse a Guayasamín con monseñor Proaño. El primero, además de pintor de méritos y de proclamarse indio, no trabajó en la conciencia del hombre de poncho con la convicción con que lo hizo el segundo.

Solo en un programa concebido para exacerbar la emocionalidad en desmedro de la cultura puede ponerse en el mismo nivel a Eugenio Espejo con Jefferson Pérez. Admiro al gran marchista por su tenacidad y ser único en su género, pero no es justo colocarlo en el plano de Montalvo, Pedro Vicente Maldonado, y de otros que son escritores, científicos y doctrinantes que han dado lustre al país en el accidentado campo de las ciencias.

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El organizador del programa olvidó las categorías. Por algo el Premio Nobel, el más importante de todos los premios, se discierne por materias, así no se confunde a los físicos con los literatos.

Ab. Édgar Macías Guerra
Guayaquil