Al César lo que es del César y el aficionado a los deportes en el Ecuador goza de un indudable privilegio: tiene acceso a muchos de los más importantes espectáculos futbolísticos del mundo. A lo cual se debe sumar la Fórmula 1.

Aunque eso a primera vista aparezca como algo sin mayor relevancia  o que se da porque con ello  los canales compiten por el rating y, por lo tanto, por más acceso a la torta publicitaria, sí cabe recordar que la tendencia en todo el mundo es a que las transmisiones deportivas se programan en los sistemas de televisión pagada y no de la abierta y, por lo tanto, accesible a todo el mundo.

Eso sucede con el Campeonato Mundial de Fórmula 1, que aquí se lo transmite en Canal Uno. Incluso con el Campeonato Mundial de Fútbol. En países tan futbolizados como Argentina o México,  el Campeonato Mundial de Japón y Corea se transmitió solo por televisión pagada. Es más, la FIFA ha adoptado eso como una norma y si no estoy mal informado, este (el de Alemania 2006)  será el último campeonato mundial que se pueda disfrutar en señal abierta en cualquier parte del mundo… el fútbol profesional más que un deporte es un espectáculo que mueve miles de millones de dólares, gran parte por la relación con la televisión.

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El Ecuador debe ser uno de los pocos países donde aún podremos ver a la selección nacional por una amplia cadena de televisoras de señal abierta.  Pero no solo eso, el televidente ecuatoriano pudo seguir todas las eliminatorias mundialistas y   puede seguir el campeonato español de fútbol o  los juegos de la Champions League.

De servicios y canguros
Probablemente debe contar mucho el hecho de que el Ecuador es un mercado pequeño que no tiene las características de  mercados televisivos y deportivos como Brasil  o México.

En todo caso, cabe reflexionar a propósito de la transmisión del partido Australia vs. Uruguay que se realizó en la madrugada de este miércoles.

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Es interesante saber que hay narradores, comentaristas y equipo técnico que estuvieron desde las 03h00 hasta las 06h50 listos para llevar en directo un partido que no tenía una importancia especial  para el aficionado ecuatoriano. Fue un servicio y eso se agradece. No obstante, lo que en principio es un esfuerzo de las televisoras de señal abierta para ofrecer un servicio al aficionado, debe ser entendido por los narradores y comentaristas, también, como un  privilegio. Un asunto en el cual no caben excesos ni  saluditos a los “panas”, ni pasarse intercambiando chistes. Porque siempre queda la sensación de qué bueno es prender el televisor a las 04h00 y ver un juego de fútbol al otro lado del mundo, pero que en algún momento van a salir con un: ¡Hasta los canguros saltan de la alegría!, que solo causa mover la cabeza piadosamente.