Con seguridad, más del 50% de los hogares ecuatorianos deben haberse deleitado con el excelente programa de música nacional, brindado en vivo y en directo el pasado sábado, a través de Canal Uno, bajo la profesional conducción de Karina y Gabriel Espinosa de los Monteros.

Presentaron al Señor del Pasillo, Pepe Jaramillo, al dúo juvenil  Las Lolas y al consagrado dueto Los Reales, con el formal ofrecimiento de que esta “hora nacional” se va a mantener (ojalá por mucho tiempo) como viva expresión del verdadero sentimiento del pueblo ecuatoriano. Ese es un compromiso que llena de optimismo a todos quienes conservamos el auténtico linaje de nuestra identidad.

Esta clase de programaciones son las que hacen falta en la televisión ecuatoriana para poder educar a nuestra juventud, por lo que se hace necesario que el Gobierno tome a su cargo el compromiso de instituir la promoción de la música nacional, y para eso nada mejor que un medio de comunicación.

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Ángel Verdezoto Pazos
Quito

Roberto Gómez Bolaños ha sido reconocido internacionalmente y ha hecho reír a nuestros padres,  hijos y seguramente a los hijos de nuestros hijos, y nos ha divertido con sus creativos personajes de  El Chavo del Ocho, El Chapulín Colorado, nunca tuvo producción de doble sentido morboso, ni usó palabras obscenas, ni travestis.

Unos seudoactores ecuatorianos, utilizando la televisión quieren destruir la agradable imagen de El Chapulín Colorado, presentándolo como un alcohólico, y a El Chavo (El Pelado) del Ocho como a un degenerado.

En defensa de la cultura debemos exigir que se prohíban programas televisivos que usen términos soeces y que a hombres los disfracen de mujeres, travestis (lo cual se ha hecho muy usual). ¿Es que no existen actrices con capacidad en nuestro país? No podemos permitir que esta destrucción de los valores esenciales prospere. Un avance a esta degradación son los programas ‘Laura’ y ‘Maritere’. En realidad el futuro de nuestros hijos está en peligro.

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Lcdo. Ricardo Ordóñez J.
Guayaquil

La telebasura es preocupante. Sería excelente una campaña combatiendo tales programas en contra de los niños que infelizmente se divierten con presentaciones degradantes, y que sus padres no les controlan en sus hogares, sin considerar lo desastroso que va a ser para su educación mental y espiritual.

Los resultados de esta mala influencia ya los escuchamos en comentarios entre familiares y amigos sobre la paupérrima calidad humana de algunos de nuestros jóvenes. Cada familia debe “automedicarse” de eso, pues todavía habemos ciudadanos con principios morales y amplio sentido común, a quienes nos preocupa la situación actual que vivimos.

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Alicia T. Vergara
Guayaquil

Por higiene mental nunca veo esos programas, como lo fue el de ‘El gran hermano’, pero por noticias de prensa me he enterado que en el único país que este tuvo acogida fue en Ecuador.

Este hecho habla a las claras del misérrimo grado de cultura televisiva en Ecuador

Dr. Carlos Salvador G.
Quito

En un programa de variedad de un canal han tratado temas del racismo y los discapacitados. Todo lo que se vio y habló fue objetivo y real porque vivimos en un país donde nosotros mismos nos discriminamos y preferimos al de afuera.

Pero sería bueno que canales que hablan con tanto interés del racismo y la discapacidad realicen reportajes mostrando a cuantas personas les dan la oportunidad de trabajar y desempeñarse como profesionales sin importarles su raza o que sean discapacitados. Al hacerlo, serían ejemplos dignos de seguir para las demás cadenas televisivas u otro tipo de empresa.

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Lcda. María Vera Loor
Guayaquil

Después de la realización de la entrega de los premios ITV se han dado muchos comentarios, especialmente por los ganadores, quienes se sienten ofendidos por las críticas, que dicen, no se merecían los galardones.

Sin embargo, las opiniones personales son el “pan nuestro de cada día” y hay que aprender a respetarlas, especialmente las de una premiación como esa en que los candidatos son programas de televisión que se mantienen bajo un mismo modelo y calificación de calidad, por lo que es difícil que uno sobresalga; y si lo hace, son necesarias las razones.

El mundo de la televisión ecuatoriana está lleno de críticas individuales sin fundamento; los mismos “ofendidos” luego se convierten en jueces y construyen una lista de los mejores y peores vestidos en la gala, basados nuevamente en opiniones personales. En lugar de permanecer en un círculo vicioso donde se toma el papel de criticador y luego el de ofendido, deben empezar por mejorar un producto que estamos obligados a consumir los que no tenemos cable y no podemos disfrutar de una buena televisión.

Natalie Larrea Domínguez
Guayaquil

Con fecha 18  marzo de este año envié un oficio al director de un programa de televisión solicitando que para hacer comentarios apegados a la verdad investiguen los motivos iniciales (en este caso de un conflicto familiar), recalcándoles que no con pedir disculpas o decir que se equivocaron se borra todo, cosa que no es así porque el daño está hecho.

Se ha demostrado lo contrario con pruebas y documentos, pero medios de comunicación haciendo alarde de prepotencia y despojándose del apodo de conductores se convierten en agresores, y después de firmar un acta de acuerdo total en el Centro de Mediación-Función Judicial, con cuatro puntos específicos siendo uno de ellos el derecho  a la réplica del agravado en el mismo programa, tal cual la Constitución lo exige; por falta de honestidad y capacidad moral de defenderse del delito que los acusa, tienen la cobardía y mala fe de perjudicar públicamente a una familia sacando a relucir cosas ajenas al caso en referencia. En conclusión, como siempre sucede solo en nuestro país, el poder pisotea a las leyes, rompiendo así el acta de acuerdo total, burlándose del mandato de la Función Judicial.

Por lo tanto, como padre y representante legal, demando ante un juez competente el incumplimiento del acta de acuerdo, y que se ejecute con sentencia de última instancia, siguiendo la vía de apremio, en virtud de lo dispuesto en el artículo 47 de la Ley de Arbitraje y Mediación.

Julio Ramírez Pérez
Guayaquil