En un país como el nuestro, en el que el Estado no garantiza la atención a la salud para todos, instituciones como la Junta de Beneficencia de Guayaquil, suplen una obligación estatal.

En estos días la atención de los guayaquileños ha sido atraída por un problema laboral en la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

La razón por la cual, para quienes vivimos en Guayaquil, este no es un problema laboral más, es que la Junta de Beneficencia y los servicios que presta son muy importantes para la ciudad y para las personas de todo el país que reciben atención en sus centros de salud.

Para nadie es un secreto que en esta ciudad, la mayoría de las personas nace en la Maternidad de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, durante su infancia son atendidos en el Hospital de Niños de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, cuando crecen y se enferman acuden a la consulta externa o se internan en el Hospital de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, si se afecta su salud mental son atendidos en el Hospital Psiquiátrico de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, cuando están ancianos se refugian en los hogares de ancianos de la Junta de Beneficencia de Guayaquil y cuando se mueren son enterrados en el Cementerio de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. La relación entre la gente y la Junta, es pues, una relación que dura cuanto la vida, se inicia al nacer y termina al morir.

Resulta muy difícil imaginar lo que sería esta ciudad sin los servicios que la Junta ofrece y con la calidad que lo hace. No sería fácil que organismo alguno los asuma para atender a guayaquileños y a los que no lo son, pues a los hospitales acuden personas de otros lugares del país.

Por todo esto, el conflicto laboral no puede dejarnos indiferentes y cualquiera que sea la resolución de las autoridades que tienen la responsabilidad del fallo, es importante que estemos atentos a que se busquen vías para que se mantenga el financiamiento de los servicios que serían afectados al tener que disponer de una cantidad no presupuestada para esos fines.

En un país como el nuestro, en el que el Estado no garantiza la atención a la salud para todos, instituciones como la Junta de Beneficencia de Guayaquil, suplen una obligación estatal y permiten a muchos ecuatorianos encontrar la atención a la que tienen derecho. Esto es suficiente para que el problema sea problema de todos.