Hasta cuándo se abanican con la Constitución, la rompen y luego la maquillan. En parte la sociedad civil es cómplice de lo que pasa por ser ciega y sorda, ¿cómo se puede aceptar que no se ha roto la Constitución en estos 26 años? Si reactivando nuestra memoria veremos una Corte Suprema sitiada, un intento de asesinato en Taura, un Presidente declarado loco, un 21 de enero, arrestos por deudas, ex presidente con arresto sin Corte Suprema, la caída de la Corte Suprema, la eliminación de la misma que tiene al país desprovisto de ella casi un año, un 20 de abril y nuevamente cambio de inquilino en Carondelet y otro ecuatoriano en la cárcel sin el debido proceso.

En la Constitución de 1998 se hizo justicia con la sociedad al consagrar en el artículo 23 los derechos civiles tan importantes como el 7º: “El derecho a disponer de bienes y servicios públicos y privados, de óptima calidad; a elegirlos con libertad, así como a recibir información adecuada y veraz sobre su contenido y características”. Me pregunto entonces, ¿por qué nos quitan el derecho a elegir esclavizándonos con los monopolios eléctrico, telefónico, etcétera? ¿Y por qué nos impiden informarnos para exigir rendición de cuentas? Si el derecho 23 consagra el derecho a la propiedad, ¿por qué vemos con frecuencia proyectos de ley que ni siquiera en China Comunista osarían proponerlos. En el derecho 26 se habla de la seguridad jurídica; muchos años se han abanicado con este derecho cuando ni siquiera respetan los contratos firmados, peor las licitaciones. El derecho 27 del debido proceso, parece de Ripley, casi un año sin Corte Suprema de Justicia.

Son 20 las reformas constitucionales que se han dado en Ecuador, cada una de ellas están realizadas para solucionar los problemas del país. Esto no va más, pues somos nosotros los que debemos cambiar.

Vemos en televisión decir que es inconstitucional, luego constatamos una violación ,¿para beneficio personal? Luego insultan a Eloy Alfaro, el reformista, tratando de ponerlo como emblema de un movimiento opuesto a las ideas de Alfaro.

El pasado ya fue, el futuro es ya. Por esta razón basta de jugar con ese futuro, sería de necios insistir, peor promocionar, una Asamblea Constitucional para tratar de conseguir gobernabilidad o pretender que un grupo que no representa ni el 15% de la población promueva semejante locura para entrar por la ventana y alcanzar el poder. La cura está en cumplir y hacer cumplir los artículo 23 y 97 de la Constitución. Conjuguemos pues, el verbo hacer haciendo los cambios sin necesidad de consultas o asambleas, pues lo que necesitamos es tener referentes exitosos que unidos nos lleven a estar siempre “delante de...” y no “detrás de...”. Hablemos de libertad de elegir para generar empleos decentes. Y si hablamos del sector social no hablemos de subsidios, ni monopolios, hablemos de escuelas ricas en barrios pobres, hablemos de un país de todos y no de padrinos.

En resumen, para cambiar a un país no se trata de Asamblea Constitucional o Constituyente, ni de consultas. Se trata de liderazgo e institucionalidad para fortalecer los derechos civiles.

*Presidenta de la Federación Interamericana Empresarial