Estados Unidos tiene una superficie de 9’372.624 km², una población de 293’039.000 habitantes y su Corte Suprema  está formada por nueve jueces. En  Ecuador, con 272.044 km² y 12’128.000 habitantes, tendremos 39 jueces si el Congreso logra calificar a los aspirantes. Estos requerirán 39 consejeros, 39 secretarias, 39 automóviles, 39 choferes, todo para trabajar 39 días al año.

En la reforma constitucional que se realice deberá normalizarse un número mucho menor de jueces supremos y la fijación de los asuntos por juzgar, dejando que las cortes superiores sean las de última instancia de todos los pequeños problemas que hoy se llevan a la Corte Suprema.

En cuanto a la nueva Constitución cuyo estudio será hecho por cien legisladores, y tomará tres, seis o más años para que se pongan de acuerdo, sería más fácil que el Presidente de la República nombre a cinco de los más connotados juristas del Ecuador, que no pertenezcan a partidos políticos, para que estudien, reformen o agreguen artículos a la actual Constitución, y que les dé una oficina en la Presidencia de la República para que él, sus consejeros u otros funcionarios puedan acceder a esos doctores de la ley con ideas sobre la nueva Constitución. Es de suponer que en menos de 90 días el nuevo texto de la Constitución esté listo para ser sometido a una encuesta pública sin pasar por el Congreso.

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Ing. Julio H. Vinueza
Guayaquil

El ser humano conforme a su crecimiento demográfico y lo complejo de sus oficios fue necesitando una organización lógica y razonable para ordenar sus interrelaciones y aprovechar su capacidad pensante, consiguiendo de forma equitativa beneficios para la colectividad. De allí, el inicio de la segmentación entre los mandantes y mandados.

Con el tiempo, los unos como los otros se olvidaron del fin para el que fue creado, entendiéndose actualmente como una estructura indisoluble conformada por un pequeño grupo de individuos que, acogiéndose a las normas que degeneradamente han implantado con su autoaprovechamiento, se declaran indispensables. La gran mayoría pasó a ser un montón de sufridores que con falta de seguridad en sí mismos y de poder transformar su situación sigue apelando a la sensibilidad de una minoría que, bajo esa actitud, se siente como si hubiese sido ratificada por voluntad de Dios.

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En Ecuador, la Asamblea Constituyente puede convertirse en uno de los medios por el cual la gran mayoría dejemos de ser sufridores, reformando las condiciones en las cuales vamos a controlarnos y a ser controlados. Pero aunque suene antidemocrático, sería necio hacer partícipes de esta a los integrantes del actual grupo mandante, sea este económico, político, religioso, mediático, militar o judicial, ya que no van a hacer más que mantener sus privilegios, echando al traste esta escasa oportunidad para transformar positivamente la situación de los mandados. Ya tendrán suficiente que inventar para poder adaptarse a cualquier nuevo ordenamiento que se establezca en la Asamblea Constituyente.

Rafael Dillon Mantilla
Guayaquil