Lo más grave es que ni siquiera se dan explicaciones coherentes y serias al respecto. Si se descubrieron irregularidades en tal o cual administración, que se las denuncie, pero que no se apele a afirmaciones vagas y confusas cada vez que, con facilidad asombrosa, se provoca un nuevo terremoto en la conducción de la empresa.

De otro modo habrá que concluir que los poderosos intereses que han hecho de la empresa estatal una nueva cueva de Ali Babá, son en definitiva los que siguen mandando en la institución.

Hace pocos días un nuevo escándalo interno trascendió a los medios de comunicación; al poco tiempo se anuncia un nuevo cambio. Mientras no se demuestre lo contrario, ese será un indicio de que Pacifictel lamentablemente sigue siendo un botín político y no una empresa al servicio de los usuarios.