La ola de violencia que sacude a Francia alcanzó la noche del domingo proporciones dramáticas con el anuncio de la primera muerte y el temor de que se irradie a otros países europeos.

El incidente de la madrugada del domingo dejó 36 policías heridos, más de 1.408 vehículos carbonizados e importantes daños materiales en cerca de 300  barrios del país.

Ayer falleció un hombre que fue golpeado el pasado viernes por un  joven encolerizado en la localidad de Stains, en la periferia norte de París.
En Bruselas, jóvenes destruyeron cinco autos y quemaron una estación de ferrocarril, mientras que en Berlín otro grupo incendió un carro.

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Desbordado por las violencias urbanas que se han extendido a casi 300 localidades del país, el Gobierno francés decidió recurrir al toque de queda “donde sea útil” para restablecer el orden, además de prometer medidas sociales para responder a los problemas de fondo de esos barrios periféricos difíciles.

Coordinan con celulares
En Francia, la policía se enfrenta a pequeños grupos de jóvenes encapuchados, armados con bombas molotov y barras de hierro.

Los causantes de los incidentes (algunos de 12 o 13 años) coordinan con eficacia, gracias a la comunicación con teléfonos celulares o internet.

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La mayoría grita su odio al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que  tildó de ‘racaille’ (escoria) a la gente de estas localidades antes de que comience la  violencia.

Algunos han prometido que van a “quemar todo” y sus blancos preferidos son  los edificios públicos, símbolo del Estado. Por primera vez las bombas  molotov fueron dirigidas a dos iglesias.

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La noche del domingo al lunes fue la más violenta de las vividas desde el  pasado 27 de octubre cuando se iniciaron los motines tras la muerte  accidental de dos adolescentes en Clichy-sous-Bois, en el noreste de París.

Además, dos policías fueron heridos por tiros de fusil.

Trescientas localidades de todo el país fueron escenario de la ira de miles de jóvenes de origen africano o magrebí que se sienten excluidos de la sociedad  francesa a pesar de haber nacido, en la mayoría de los casos, en Francia.

El alcalde de Raincy, una pequeña ciudad cercana a París, decretó un “toque  de queda excepcional” a partir de la noche del domingo, en lo que constituye  la primera medida de este tipo destinada a contener la peor revuelta que conoce  el país en cuarenta años.

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 La policía, que parece impotente para controlar la revuelta, detuvo ayer a 395 personas, 83 han sido condenadas a penas de cárcel.

Las provincias, con ciudades como Marsella, Lille o Toulouse a la cabeza, están más afectadas ahora que los barrios periféricos situados a unas decenas de minutos en metro del corazón de París.

Chirac y políticos, tensos
La escalada de la violencia preocupa cada vez más a la clase política  francesa. El presidente Jacques Chirac declaró el domingo que la “prioridad  es restablecer la seguridad y el orden público”.

El primer ministro, Dominique de Villepin, anunció que el presidente Jacques Chirac convocó para hoy a un Consejo de ministros extraordinario para aplicar las disposiciones de la ley de 1955, por las que los prefectos podrán decretar el toque de queda.

Musulmanes se pronuncian
La Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF, cercana a los  Hermanos Musulmanes) emitió una “fatwa (decreto)” que condena la violencia y  pide a los jóvenes musulmanes “contener su ira”.

El principal sindicato de magistrados, el USM, describió la situación como “insostenible” ante la lluvia de casos y detenciones, más de 1.200.
Preocupa a otros países

La situación preocupa a países europeos por el eventual  contagio de esta revuelta. Algunos como Gran Bretaña, Japón o Australia advirtieron a sus  ciudadanos y a los turistas de la situación explosiva que reina en barrios periféricos de las ciudades francesas.

FURIA Y RENCOR
“Odiamos a la policía”, “es el comienzo de la guerra”, fueron expresiones, entre
otras obscenas, que jóvenes gritaban
durante los desmanes contra el ministro francés del Interior, Nicolas Sarkozy, mientras adoptaban actitudes hostiles.

BALANCE DE AYER
Durante la noche del domingo 6 al lunes 7 de noviembre, en los desmanes se incendiaron 1.408 vehículos, 395 personas  fueron detenidas y 36 policías resultaron heridos, 2 de ellos por balines. La violencia urbana  afectó a 274 municipios franceses.

LAS PÉRDIDAS
En las once noches de disturbios se han quemado 4.900 carros, decenas de edificios públicos, escuelas, gimnasios y comercios. Más de 1.200 personas se han detenido y “varios miles de agentes”, entre ellos 2.300 policías antidisturbios, enfrentan la situación.

“NO ES RACISTA”
El  ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, aseguró que Francia “no es un país peligroso”, en un intento de tranquilizar a la opinión pública tras la violencia durante once noches seguidas. “Hay que tranquilizar a los extranjeros, Francia no es un país racista”, dijo.

TEMOR EXTERNO
Londres, Berlín, Amsterdam, Bruselas (donde ayer ya se quemaron cinco autos) y otras ciudades con un gran número de inmigrantes están atentas a cualquier señal que imite la violencia que golpean a regiones de Francia desde el pasado 27 de octubre.