Lejos quedó el tiempo en que las lanchas surcaban por las aguas del río Quevedo, llevando hasta Guayaquil los productos agrícolas de la zona, ahora el caudal ha bajado considerablemente.

El río se seca paulatinamente y ello se da por la deforestación y la tala indiscriminada de los bosques, de las huertas de cacao y la poca aplicación de las medidas de control para preservar los árboles maderables y para reforestar, señalaron varios habitantes del cantón.

“Vino el corte de árboles para dar paso a los cultivos de ciclo corto. Se empezó hace más de 35 años y con ello se ha contribuido a que se resequen las tierras y a que los esteros pierdan su caudal, a que no haya lluvias”, indicó el agricultor Eduardo Franco.

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Charles González, ingeniero agrícola, dijo que el problema de la deforestación en la zona es desde la época de la Reforma Agraria, cuando se entregaban terrenos a los campesinos y se les pedía que sembraran productos de ciclo corto.

Dice que con ello empezó la tala de los árboles nativos y aún se continúa.

Además, no hay una política de incentivo al campesino para impedir que siga deforestando, aún a sabiendas de que se aumentan los riesgos de sequías.