¡Qué tontera de semana! Con dos días de vacación de la mitad para abajo, más bien era de que el Palacio haga puente y nos dé tres días de vacación de la mitad para arriba. Todo ese tiempo lo hubiéramos podido dedicar al turismo interno, que implica un mejor conocimiento de nuestra geografía, de nuestra hidrología y de nuestra ortografía. ¿O era orografía lo que hubiéramos podido conocer? ¡Me hago un lío!

¡Qué lindo que hubiéramos pasado con el puente! ¡Cómo nos hubiéramos instruido! Chuta, hasta hubiéramos podido ir a dar una vueltita ora por nuestra Constituyente, ora por nuestra Constitucional, para ver cómo mismo son, qué ofrecen, qué descuentos dan, si es que tienen habitaciones confortables, piscina, turco, gimnasio, sala de convenciones y, en fin, todas las comodidades que deben tener las asambleas cinco estrellas, como las que nos merecemos.

En cambio, ahora, sin puente, nos seguimos preguntando dónde mismo quedarán las asambleas. ¿En la playa quedarán? ¿En el limbo quedarán? ¿En la nieve quedarán?

¡Qué tal Palacio! Claro, como él sí se fue a Argentina aprovechando el puente, nos dejó a nosotros suprimiendo el puente. ¡Cómo nos hubieran servido esos días para adentrarnos en nuestra realidad nacional!

Si no hubiéramos podido conocer las asambleas, por lo menos hubiéramos organizado tures al Congreso para, aprovechando que estaba vacío, ver si lo que le hace tan feo es el edificio o son los diputados. ¡Híjoles!, ahurita que pienso, esa creo que es la mejor solución para nuestra vida institucional: que tengamos Congreso, pero que no tengamos diputados. ¡Qué ideota!

¿Quiere usted Congreso con diputados? ¿O quiere Congreso sin diputados? Eso nomás era de que ponga el Palacio en la consulta. En cambio, otra vez le provocó preguntar si queremos Constitucional o Constituyente. ¡Qué falta de imaginación! Y, encima, eso le pregunta primero al Congreso, para que sean los diputados los que aprueben si nos consultan o no nos consultan. Fu, hasta que el Congreso discuta, pelee, transe, amarre y después responda, ya no ha de haber consulta. O ya no ha de haber Palacio, lo que suceda primero.

Y es que con el Palacio, en realidad, lo más seguro que es que quién sabe. ¡Cómo nos ha tenido enredados con las preguntas que al final no nos preguntó y con las asambleas que primero quiso hacer, después no quiso y ahora ya quiere!

Y por eso mismo, los que antes querían ya se cabriaron y ahora no quieren, porque han descubrido que, entre la consulta para las asambleas y las otras votaciones para Presidente, al Palacio le va a faltar tiempo para tanta convocatoria y a nosotros también para votar, porque vamos a estar yendo y viniendo de las urnas, hasta terminar agotados de tanta democracia. ¡Uf!

O sea que, a este paso, el Palacio creo que sí va a cumplir su rol histórico porque va a pasar como el Presidente que dejó a la posteridad la tarea de hacer todas las consultas y todas las asambleas que él no pudo hacer por falta de puente. Ay no, por sobra de puente y falta de tiempo, quise decir.