“Hay que tenerle miedo a los vivos y no a los muertos”, manifiesta Jorge Satán, quien trabaja en la limpieza de los mausoleos del camposanto Parque de la Paz. Su pequeña hija, Fátima, quien lo acompaña mientras realiza sus labores, está de acuerdo con él.

Jorge y su hija aseguran sentir tranquilidad en ese lugar y no temor. A su alrededor flores frescas cubren las tumbas de casi 3.700 personas cuyos cuerpos descansan en este cementerio, ya sea en inhumaciones bajo tierra, mausoleos, panteones, minipanteones o cinerarios.

Los restos de personajes como Otto Arosemena Gómez, ex presidente de la República; Roberto Gilbert Elizalde, conocido médico y científico; y Segundo Wong, empresario, yacen en Parque de la Paz.

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Este camposanto, situado en en el km 13 de la vía Puntilla-Pascuales,  abrió sus puertas hace diez años. Sus mausoleos son unas de las estructuras más llamativas elaboradas de mármol, granito, entre otros materiales con una variedad de diseños y tamaños.

Alcides Salvatierra, administrador del cementerio, manifiesta que cada mausoleo cuenta con un terreno de 30 m2, y su costo varía entre 60 mil y 120 mil dólares.  “Solo el terreno tiene ese costo, la construcción corre por cuenta de los familiares”, agrega.

En un lugar cercano a los minipanteones, el cementerio tiene un lugar especial para la sepultura de los miembros fallecidos de la comunidad israelí. Solo tres lugares permanecen ocupados, uno de ellos pertenece a Alfredo Czarninski.

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En esta tumba se pueden observar pequeñas piedras colocadas alrededor de la lápida. Según la cultura israelí, por cada visita al fallecido se debe colocar una piedra alrededor de la tumba.

La escultura de una madre con niños en brazos y el emblema: “A los 70 años de niños que cada año en el mundo son víctimas del aborto”, es un espacio otorgado a la inhumación de los fetos. Hay cerca de 22 de ellos sepultados.