Lo paradójico es que la televisión bien puede ser considerada un factor de desarrollo muy importante. En las estadísticas relativas al crecimiento económico de los países, uno de los elementos que se toma en cuenta es el acceso de la población a los medios electrónicos de comunicación.

En el Ecuador, según las cifras no oficiales, el número de televisores es tan elevado (3 millones de aparatos) que bien se puede decir que en cada hogar hay uno. Al otro lado de la pantalla –aparte de las grandes cadenas nacionales de TV–, existe una enorme cantidad de televisoras locales: unas que son reales impulsoras del crecimiento de sus ciudades y muchas otras que se debaten entre la piratería y el cacicazgo político.

Uno de los casos más interesantes de una televisora regional que se convierte en un retrato del crecimiento de su ciudad (Cuenca) es ETV Telerama. La elección de Reina de Cuenca, sentidos homenajes a la “Atenas del Ecuador” por la semana de sus fiestas de independencia, la transmisión de una excelente producción del Municipio cuencano, el programa de la Cámara de Industrias de Cuenca (“Por el empleo”), etc.

Publicidad

No obstante, ETV está en medio de una situación esquizofrénica: responder a esa identidad regional y aprender a jugar en el mundo de las grandes cadenas nacionales de TV. Su programación, entonces, se neutraliza. Los temas de debate ciudadanos no pasan con mayor fuerza por sus sets. En los nacionales no ejerce ningún liderazgo. Si cada vez se alejan más de lo local, pero tampoco quieren interpretar lo nacional, ¿qué resta? Lo que hace una parte del resto de estaciones: inventarse una farándula.

¿Se trata de otra oportunidad perdida para hacer una TV distinta? Ojalá no. Por lo menos, ETV aún tiene una programación no ofensiva para los televidentes ni ha caído en la dictadura de las telenovelas.
 
La recta final de la cívica
Se ofrecen documentales elaborados por “los mejores cineastas del país”. Fuerte promesa y si es así, magnífico. Ecuavisa le habrá dado contenido a un programa como ‘El mejor ecuatoriano’ que al parecer fue lanzado con algo de apresuramiento. No de otra manera se entiende que la promoción haya salido del aire por varias y largas semanas.

Ahora los detalles parecen haber sido afinados. Los 10 candidatos finalistas fueron puestos en el televisor en una gala sobria, pero bien producida. Los 90 personajes que se quedaron afuera fueron puestos en perspectiva y homenajeados, algunos con más entusiasmo que otros. Por supuesto habrá controversias sobre la selección de unos candidatos y la exclusión de otros. Sin embargo, no hay desatinos mayúsculos, se trata de una lista para pensar: el ganador no es tan importante. Si se logra transmitir eso, la lección de cívica televisiva habrá sido válida.